Mientras se celebraba en Barcelona el segundo congreso mundial de UMTS, no sabemos si más por un alarde de optimismo o por un esfuerzo de evangelización digno de todos los elogios para ir creando el tan necesario y cacareadoecosistema de tercera generación, Xfera anunciaba la congelación de su proyecto empresarial hasta 2003, fecha en la que se supone estará disponible esta tecnología.
Esta declaración, como es de suponer, se ha acompañado con una reducción de su plantilla hasta la expresión mínima e imprescindible que permita hacer frente a los compromisos asumidos con la Administración para mantener la licencia.
Y es que los accionistas de Xfera, por lo menos algunos, se han cansado de invertir su dinero y recursos en un saco que, hoy por hoy, no tiene fondo; y en una empresa a la que habrá que echarle mucha paciencia para sacarle la tan esperada rentabilidad del UMTS, que sólo un año atrás poco menos que iba a caer como maná del cielo, sin casi tener que pelear el negocio.
El retraso de la tecnología UMTS, el inesperado aumento de la tasa radioeléctrica y la imposibilidad para operar servicios GSM y GPRS utilizando redes propias han sido los polvos de los que ahora se han formado estos barros.
Las primeras en perder fuelle y caer en el desaliento han sido las compañías cuyo negocio nuclear no ha estado nunca en las telecomunicaciones. Eléctricas y constructoras se arrimaron al panal de la rica miel de la tercera generación y con los primeros reveses, duros, eso hay que reconocerlo; han decidido dar marcha atrás y asegurar posiciones; y como los tiempospintan bastos, las operadoras que sustentan el proyecto Xfera parecen estar más preocupadas por asegurar su viabilidad, en un momento en el que el mercado está aplicando medidas correctoras sumamente severas y en el que la mayoría de las Telcos, incluidas Vivendi y Sonera, están jugándose su futuro en el tablero de juego europeo.
Xfera se ha sumido en un laberinto de difícil salida porque si, por un lado, los accionistas han lanzado el mensaje claro de que no van a asumir más riesgos económicos mientras no puedan rentabilizar sus inversiones, simultáneamente esta decisión parece darle una ventaja prácticamente insalvable a sus competidores, enzarzados en la guerra de la fidelización de los usuarios, cuestión clave en un mercado que ha entrado en la fase de madurez y en el que captar un nuevo cliente va a ser una tarea difícil y cara para un nuevo operador como Xfera.