Igual que hay personas con estrella y otras que nacen estrelladas, el UMTS parece perder su predicamento por momentos y unirse, inevitablemente, al banderín de enganche del segundo bando, con una tendencia más que acendrada a convertirse en cruz -con mayúsculas- previo paso por el negociado de la ministra Birulés.
Del alborozo de ser los adelantados en la tierra de promisión de la tercera generación y pioneros del mundo mundial en ese brillante futuro de imágenes a todo color en la palma de la mano, ahora resulta que UMTS no es más que una permanente fuente de conflictos y que, inequívocamente, apunta al usuarios, siempre sufrido, como paganini final de todo este enredo.
No va a haber UMTS en agosto de 2001 empiezan a admitir más o menos abiertamente desde el entorno de los operadores e incluso de la Administración. ¡Pues claro! ¿o es que alguien se había creído lo contrario?
Otra cosa es que ese retraso, tan largamente cantado, vaya a ser providencial para buscar una solución a ese callejón sin salida al que había empujado a los operadores la decisión ministerial de aprobar la tasa por uso del espacio radioeléctrico. Como no se puede pagar por lo que no existe, cuestión arreglada, y en futuros ejercicios, ya se verá. Así todos más o menos contentos. La ministra porque se ahorrará el mal rato de tener que dar marcha atrás y los operadores, el pago de unas cifras que podrán dedicar a lustrar sus cuentas de resultados.
