Smart Society, la necesaria evolución de las Smart Cities

Publicado el 17 Oct 2011

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Ya hace meses, años incluso, que administraciones y empresas le damos vueltas al concepto de Smart City, que hace referencia a las ciudades inteligentes o del futuro, ciudades sostenibles económica y medioambientalmente, y que a nuestro entender nace de la conjunción de dos momentos de nuestra historia reciente: la acelerada evolución de las tecnologías relacionadas con la electrónica, la informática y las comunicaciones; y la necesidad acuciante de obtener mayor eficiencia en la gestión de nuestras ciudades, más apremiante si cabe en los últimos tiempos a causa de la grave y enquistada situación económica que sufrimos.

La ecuación parece sencilla: sensores en la vía pública más aplicaciones de gestión de la información recabada igual a optimización de los procesos de mantenimiento de servicios básicos. Los ejemplos clásicos que ya funcionan en diversos pilotos en nuestras ciudades son de sobra conocidos: recogida inteligente de los contenedores de basuras, sistemas de riego adaptados a las distintas zonas, sensores en los aparcamientos, sistemas de detección y regulación del tráfico,…
Desde luego, estamos ante una gran oportunidad de aplicar la innovación como elemento clave de la ciudad del futuro. Sin embargo, si pensamos en un escenario no sólo sostenible sino sostenido, que no se diluya en el tiempo como lágrimas en la lluvia, tal como ha sucedido con otras iniciativas en el pasado (recordemos sin ir más lejos la explosión de la domótica hace unos años y su escasa implantación hoy en día) lo anterior no es suficiente. Debemos trascender el concepto y darle una nueva dimensión: la del retorno social y la participación de los ciudadanos.
Para ello proponemos la Smart Society como una evolución imprescindible del concepto de Smart City, que nos permite incluir en nuestra ecuación a las personas que van a hacer posible la transformación, tanto como los motores como los beneficiarios, y poniendo el acento en la necesidad de trabajar en los procesos como elemento esencial para que la tecnología utilizada proporcione resultados con un mayor impacto en la sociedad en el medio y el largo plazo. Si circunscribimos el concepto Smart únicamente a la tecnología estaremos condenados al fracaso, pues por un lado no conseguiremos optimizar los servicios a los cuales está destinada; y, por otro, no contaremos con la realimentación del resto de nuestro ecosistema: los ciudadanos y, por extensión, los habitantes de nuestro planeta.
Entendemos que la Smart Society debe ir más allá y englobar innovación, colaboración, participación y transparencia. Lo esencial no es tanto incluir ‘todo lo nuevo’, es decir ingeniería e innovación, sino partir de una filosofía de trabajo que permita detectar cuáles son exactamente las demandas y expectativas de la sociedad y decidir la mejor forma de darles respuesta. Para ello consideramos imprescindible el trabajo colaborativo, además de una mayor transparencia en los procesos.
En el fondo, estamos reivindicando que cualquier iniciativa Smart, además de un retorno económico o medio ambiental, debe tener un retorno social, y que éste debe pasar forzosamente por una nueva forma de interactuar con el entorno.
Para comprender mejor a dónde nos gustaría que se dirigiese esta Smart Society aún titubeante, pensemos en algunos ejemplos que combinan el gobierno abierto y la optimización de procesos y servicios que afectan a la vida de las personas, sean básicos o avanzados: la publicación on-line en Brasil de los gastos y dietas de los directivos de la administración, que ha redundado en un aumento de la mermada confianza en la clase política y en un descenso de la corrupción; las campañas electorales abiertas en Chile, aplicando transparencia en las donaciones recibidas por los partidos; la publicación en el Reino Unido de las tasas de éxito de la cirugía de corazón, que permite comparar a los pacientes y fomenta la competencia en los hospitales, consiguiendo un 50% de mejora de los porcentajes de supervivencia; el sistema de respuesta del Gobierno de Tanzania a los avisos recibidos desde zonas rurales en situaciones de escasez de agua, constituyendo una red de distribución más eficiente, rudimentaria pero inteligente; la legislatura abierta en Letonia, donde los ciudadanos envían peticiones on-line que se recogen en el propio Parlamento, y que supone dar la vuelta como un calcetín al lema del Despotismo Ilustrado del siglo XVIII: “Todo para el pueblo, pero con el pueblo”; la posibilidad de seguir on-line la respuesta de la policía de Nueva York a los delitos y accidentes reportados por los ciudadanos a través de su teléfono móvil.
Entre muchas otras, estas iniciativas encarnan, a nuestro entender, el nuevo paradigma que proponemos para la sociedad inteligente:
Innovación + Ingeniería + Gobierno abierto (Transparencia + Participación) = Eficiencia + Eficacia + Rendición de cuentas = Smart Society
Seamos, pues, eficientes; pero sobre todo, seamos socialmente inteligentes.

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Redacción

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