Smart cities, a la vuelta de la esquina

Cada vez son más factibles pero transformar una urbe en una ciudad inteligente es un trabajo en equipo. No en vano, estamos ante un ecosistema colaborativo que precisa la implicación de múltiples agentes involucrados en el proceso; entre ellos, las propias operadoras, consideradas como la pieza maestra para su desarrollo.

Publicado el 10 Mar 2017

Para el desarrollo de las smart cities se necesita la colaboración de todos los agentes involucrados. Muchas ciudades están preocupadas por ver si las redes de los operadores responderán a los retos de las smart cities.

La hiperconectividad actual y el incremento exponencial del tráfico de datos están transformando también nuestras ciudades para convertirlas en núcleos urbanos inteligentes y sostenibles, que apuesten por energías limpias y renovables, sistemas de transporte urbano, gestión de residuos o modelos sanitarios más eficientes. Son las llamadas smart cities, un concepto tecnológico del que llevamos hablando varios años pero que cada vez está más presente en nuestras vidas.

Aunque cada ciudad tiene sus necesidades específicas y cada una decidirá la mejor manera de utilizar la tecnología para administrar sus recursos y servicios, deben combinar la información generada por distintos servicios -ya sea de fuentes públicas como privadas- tales como: control de la contaminación, gestión del agua, de los residuos, del tráfico… y recopilarla y consolidarla de forma segura en una única plataforma en la que, tanto ciudadanos como empresas, así como el propio ayuntamiento, puedan compartirla, analizarla e interactuar entre ellos para beneficiarse mutuamente de esa información.

Lejos de contemplarse como una visión futurista propia de una película de ciencia ficción, hoy en día ya existen iniciativas en marcha en España que vienen a demostrar que estas urbes son factibles y reales. De hecho, varias ciudades han iniciado con éxito sus procesos de digitalización con los que han logrado optimizar la gestión del agua, mediante la obtención de datos sobre su calidad; la gerencia de residuos, optimizando las rutas de recogida; la mejora de la eficiencia energética, a través de un mayor control de la luminaria pública; el incremento de la visibilidad del tráfico para reducir atascos, maximizar la capacidad vial y responder ante eventuales incidencias; sin olvidar la mejora de la atención al ciudadano, o el fomento del turismo a través de aplicaciones móviles que ofrecen información sobre lugares, rutas o comercios de interés.

Sin embargo, transformar una urbe en ciudad inteligente es un trabajo en equipo. Las smart cities no serán una realidad si no se llevan a cabo alianzas intersectoriales entre proveedores de tecnología, prestadores de servicios urbanos, consultoras de procesos, universidades y centros de investigación. Todo ello, trabajando codo con codo con el Ayuntamiento y el alcalde. Así lo reconoce Diego Torrico, director de Administraciones Públicas en Vodafone España, al señalar que “la responsabilidad de crear sociedades y ciudades cada vez más sostenibles es de todos: empresas, administraciones públicas, universidades y centros de investigación, y también de los ciudadanos. Es necesaria la colaboración de todos los agentes involucrados”.

Igualmente, desde Telefónica, indican que hay elementos que son claves en la consecución de los objetivos de transformación de una ciudad en ciudad inteligente. Por un lado, un liderazgo del cambio que sea consistente, continuado en el tiempo y que suponga una apuesta clara por la transformación digital. Y, por otro, “la definición de un plan estratégico de ciudad inteligente con una visión holística a medio y largo plazo consensuado entre todos los agentes que participan en la cadena de valor de la smart city”.

El papel de las operadoras

Y en este ecosistema colaborativo que propiciará el progreso de estas ciudades del futuro el rol que desempeñan las operadoras es muy importante. Según Jaime Trapero, Manager Customer Marketing Industry & Society de Ericsson Región Mediterránea, las operadoras asumen funciones distintas a la hora de contribuir a que las ciudades sean inteligentes, basándose en sus fortalezas en cuanto a conectividad. Esto abarca desde las que se centran solo en ofrecer conectividad para la urbe hasta las que desempeñan el papel de integradores completos del sistema cuando la ciudad quiere construir una infraestructura de smart city. Esta última función incluye el despliegue de aplicaciones específicas y sensores para casos de uso, recopilación y almacenamiento de datos por parte de las plataformas y la conectividad para que los servicios funcionen.

Jacinto Cavestany, consejero delegado de BT en España, considera que en su calidad de propietarias de las infraestructuras de red y sistemas informáticos tienen capacidad para proporcionar a los entes públicos (en este caso ayuntamientos) las herramientas precisas para unificar distintos sistemas en un único cuadro de mando global desde el cual visualizar, en tiempo real, el estado de los distintos servicios de la ciudad, optimizando así la toma de decisiones, y reduciendo los costes. Facilitan herramientas de conexión entre los ciudadanos y los entes públicos, lo que permite ampliar las vías de comunicación y conocer de primera mano qué les preocupa, con el fin de acelerar la resolución de incidencias, dispensar un mejor servicio al ciudadano y, en suma, mejorar su calidad de vida.

También Jaume Figueras, responsable técnico para grandes empresas y sector público de Nokia, reconoce que las telco aportan valor en áreas fundamentales. En primer lugar, en el ámbito puramente tecnológico, son clave para proveer mayor y mejor conectividad, tanto en el despliegue de las infraestructuras de acceso fijo y móvil, y, en especial, las relativas a LPWAN (Low Power WAN), como en el advenimiento de las variantes de LTE (NB-LTE, eMTC) y EC-GSM, especialmente diseñadas para IoT en cuanto a coste y eficiencia, así como su evolución a 5G, como elementos fundamentales para el desarrollo de la base tecnológica necesaria para las ciudades inteligentes. Sobre este acceso fijo y móvil, este colectivo también tienen mucho que decir en el despliegue de las redes necesarias de agregación y core fijo, así como core de móvil (EPC), los data centers – clouds, y los middlewares para la gestión, operación de los dispositivos, recogida de datos y seguridad.

Su peso también es crucial en el ámbito económico en el desarrollo de nuevos modelos de negocio y de financiación, pues el soporte de modelos de negocio tipo Platform-as-a-Service (PaaS) y Software-as-a-service (SaaS) son especialmente relevantes. Por otro lado, se prevé que el surgimiento de modelos Public-Private Partnership (PPP) que permitan el desarrollo de las inversiones necesarias en las smart cities supondrán un importante mecanismo para gestionar eficientemente su desarrollo.

Y, finalmente, en cuanto al soporte y promoción de la investigación y desarrollo, su participación en modelos Living Lab ha sido fundamental.

Frenos

Ese cuadro de ciudades inteligentes pinta muy bonito pero no está exento de dificultades. Y es que, una smart city es un ecosistema complejo en el que intervienen múltiples agentes, desde los ciudadanos a la Administración Pública, los operadores de servicios urbanos responsables de las diferentes concesiones, las utilities, los operadores tecnológicos y un largo etcétera en el que coexisten muchos procesos íntimamente ligados y en el que se buscan nuevos modelos de relación ciudad-ciudadano. Es por ello, tal y como reconocen desde Telefónica, que esta transformación “conlleva una gran proceso de cambio que requiere inevitablemente nuevos modelos de gestión, el impulso de una cultura de sociedad más abierta, innovadora, participativa y colaborativa, y el impulso del cambio de los procesos operacionales y organizativos de los ayuntamientos”, a lo que añaden “las TIC deben ser un medio facilitador de la smart city y no un fin en sí mismas”.

Por su parte, Jaume Figueras cree que la articulación y racionalización de las infraestructuras de telecomunicación en los entornos urbanos, respetando la libre competencia o la neutralidad de las administraciones públicas es un aspecto clave que entraña cierta complejidad. Asimismo, el desarrollo de los modelos de colaboración público-privada, con el consecuente reparto de inversión y riesgos asociados, así como aspectos relacionados con el uso de los datos obtenidos por las capacidades implantadas en la smart city, son áreas que también pueden ralentizar de alguna forma su desarrollo. Y continúa: “En el ámbito estratégico, si bien operadores y autoridades municipales coinciden en su objetivo de acercar y hacer visibles a los ciudadanos los beneficios de las smart cities, se hace necesario alinear las prioridades de todos los actores implicados, teniendo en cuenta elementos como el retorno de la inversión, la satisfacción del ciudadano y los ciclos electorales, entre otros. Por ello, consensuar las prioridades y mantener los objetivos acordados contribuirá al rápido desarrollo de las ciudades inteligentes”.

Pero eso no es todo. Jacinto Cavestany denuncia que las ciudades viven un momento un tanto paradójico. Están en constante crecimiento, sus ciudadanos son cada vez más influyentes y exigentes, y sin embargo afrontan importantes recortes en cuanto a recursos y presupuestos. En esta coyuntura, los principales frenos son la inversión y, a veces, también la incertidumbre o falta de cultura que genera el cambio. “Sin embargo –añade-, una vez que las ciudades empiezan a operar de modo inteligente, el ritmo de adopción suele acelerarse bastante”.

Además de estos inhibidores “operacionales y culturales” habría que hablar de otros retos desde el punto de vista tecnológico. En concreto, existen varios desafíos importantes para cualquier operador que desee suministrar infraestructura para una smart city. Por ejemplo, los sensores utilizados en la mayoría de las aplicaciones se dividen en dos grandes categorías: comunicación masiva tipo máquina y comunicación crítica tipo máquina. La primera utiliza sensores de muy bajo coste y una gestión muy económica, ya que normalmente generan muy pocos ingresos por la operación. La segunda exige fiabilidad y disponibilidad muy altas, pues se manejan sistemas operativos relacionados con la vida y la salud. En este contexto, el portavoz de Ericsson afirma que “los actuales sistemas de comunicaciones hacen frente solo en parte a estas cuestiones, y únicamente con la introducción del 5G los operadores podrán gestionar ambos casos de uso de manera completa en sus redes normales”. De la misma forma, muchas ciudades están preocupadas ante la cuestión de si las redes de los operadores serán capaces de garantizar el funcionamiento prioritario de sus sistemas críticos si al mismo tiempo deben compartir dichas redes con el uso de datos móviles por los consumidores. La tecnología de Network Slicing es necesaria para garantizar esto al nivel que muchas ciudades exigirán a medida que dichas tecnologías vayan estando disponibles.

Pese a estos obstáculos, se está incrementando el número de ciudades españolas que ponen en marcha iniciativas con las que buscan mejorar tecnológicamente sus medios de gestión. Todo apunta a que la inversión gubernamental en este terreno irá en aumento en los próximos años en nuestro país.

Puede leer el artículo completo en el número de marzo de Redes & Telecom en el Kiosco de BPS.

Se tratan temas como los siguientes:

-Beneficios de las plataformas smart cities

-Una red de ciudades cada vez más numerosa

-Tecnología al servicio de la ciudad: FiWare, NB-IoT y Network Slicing

-Iniciativas de Telefónica, Vodafone y Orange

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Cristina Albarrán
Cristina Albarrán

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