En el escenario actual, las aplicaciones evolucionan en tiempo real, las oleadas de aumento de demanda de gestión del servicio de negocio son frecuentes y el cambio es constante. Durante décadas, hemos afrontado el reto de equilibrar el binomio coste-eficacia con los recursos necesarios para atender los requisitos duales de garantizar la alta disponibilidad y maximizar el rendimiento de los Acuerdos de Nivel de Servicio (SLAs). Pero en la actualidad, “disponibilidad” significa el tiempo de respuesta apropiado, para los usuarios adecuados, justo en este momento.
A medida que las empresas se esfuerzan por lograr una infraestructura informática que pueda responder en tiempo real a sus necesidades, luchan también por crear un conjunto de recursos que puedan compartir los clientes y ser de este modo optimizados para ofrecer los niveles de servicio necesarios a bajo coste. Estas compañías pueden dar un paso de gigante adhiriéndose a los principios de virtualización de los recursos de TI.
Con la virtualización, las compañías pueden lograr tener una auténtica infraestructura corporativa en tiempo real y dos grandes beneficios: por un lado, la mejora de la agilidad del negocio y la capacidad para realinearse con el objeto de perseguir las oportunidades de crecimiento; por otro, permitir que las inversiones de TI se realicen de forma más eficaz, reduciendo así el riesgo.
El resultado es que se incrementa el uso del servidor, la consolidación de docenas de aplicaciones, se consigue un mejor aislamiento y aumenta la agilidad entre tecnología y negocio. Precisamente, la alineación de la gestión de TI para optimizar y gestionar sus servicios críticos desde una perspectiva de empresa, debe ser un aspecto fundamental de la estrategia actual de las compañías.