Un buen ejemplo de esperanza, los trabajadores de Sintel son los que mejor pueden encarnarlo.Tras más de medio año acampados en el madrileño paseo de la Castellana, convirtiéndose en una llamada de atención diaria a la solidaridad y las conciencias ciudadanas, han logrado una salida, a priori, digna y satisfactoria a sus legítimas peticiones.
La promesa de la recolocación de la mayoría de estos profesionales en otras compañías del sector, un programa de jubilaciones anticipadas y el pago de las mensualidades debidas han permitido que estos trabajadores volvieran a sus hogares y, por encima de todo, se les hiciera la justicia que con tanto derecho reclamaban. Ahora sólo queda esperar y ver si las promesas devienen en realidades y no en mero humo que se lleva los primeros vientos del otoño.
Si ésta ha sido la buena noticia del verano, con la vuelta al cole nos reencontramos con una retahíla de malas noticias, la mayoría de ellas relacionadas con despidos de las tecnológicas, por desgracia, y sin ánimo de frivolizar o minimizar su impacto, más de lo mismo; si bien algunos detalles parecen apuntar hacia los prolegómenos de un cambio de tendencia. Habrá que esperar y desear que, esta vez, sea verdad.
