Tras las irregularidades financieras detectadas en la filial española de Oki a mediados de 2012, la subsidiaria cerrará sus puertas aunque está previsto que mantenga su actividad con una oficina de representación. Fuentes de la entidad han manifestado que el cierre de la empresa será efectivo en julio. Dichas anomalías llevaron a que la corporación japonesa tuviera la mayor caída bursátil diaria de su historia; además de ello, Javier Toledo, el número uno de Oki Systems Ibérica durante muchos años, se vio obligado a abandonar la compañía como supuesto responsable de las irregularidades contables detectadas.
Oki opera en nuestro país desde hace aproximadamente 20 años como proveedor especializado en soluciones de impresión profesionales. Cuenta con una plantilla de cerca de 70 empleados y una facturación que podría situarse en los 160 millones de euros.