No está demostrado que la radiofrecuencia tenga efectos sobre la salud

Según los informes con los que trabaja el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencia y Salud, los límites actuales de radiofrecuencia están dentro de lo que la ley establece como seguro y no se han detectado casos de riesgo.

Publicado el 24 Nov 2008

Con la organización del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencia y Salud (CCARS) y la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC) se realizó hoy una jornada sobre Radiofrecuencia y Salud. Las charlas estuvieron a cargo de Manuel Toharia, presidente de la AECC, Emilio Muñoz, presidente del CCARD, Antonio Hernando y Francisco Vargas, ambos miembro de CCARS. En el encuentro se debatieron algunas cuestiones vinculados con las representaciones sociales que existen en torno al tema de los riesgos de los campos electromagnéticos sobre la salud. Los disertantes se refirieron a algunos “mitos urbanos” que existen al respecto y contrastaron tales reacciones con investigaciones científicas actuales.

Manuel Toharia estuvo a cargo de la presentación y resaltó la importancia que tiene el difundir estos temas ante los medios para evitar confusiones en la ciudadanía (en los últimos tiempos muy sensible respecto a todo lo vinculado a la instalación de antenas y bases de radiofrecuencia). En esta línea, Emilio Muñoz hizo una introducción general sobre al relación que se establece entre los avances científicos y sus consecuencias sociales y destacó la importancia que tiene la interdisciplinaridad en el tratamiento de estos temas. CCARS es un buen ejemplo de ello: en la institución trabajan profesionales de distintas áreas como la biología, la física, la bioquímica, la medicina o la abogacía.

Antonio Hernando, miembro de del comité de CCARS y catedrático de Magnetismo, se explayó sobre el impacto social que tiene el tema radiofrecuencia y salud en la ciudadanía. Hay muchos mitos urbanos y mucha confusión y “muchos grupos utilizan estas cuestiones como bandera”, dijo el responsable. Paradójicamente, el desconocimiento que hay sobre este tema no se corresponde con lo que científicamente se conoce sobre este campo. “No hay ninguna parte de la física de la que sepamos tanto como la que estudia los campos electromagnéticos, en el sentido de su capacidad de predicción”, dijo Hernando. La reflexión que hizo el profesional es que no tiene sentido preguntarse si los campos electromagnéticos son “buenos” o “malos”, ya que se trata de una cuestión de límites. “Los campos electromagnéticos no son ni buenos ni malos. A partir del siglo XIX hay más campos electromagnéticos que nos dan la posibilidad de disponer de energía lejos de donde se produce. Lo de los campos electromagnéticos no se ha inventado con la telefonía móvil, lo que pasa es que hay sectores que tienen reacción alérgica a estos temas”, señaló el catedrático, quién añadió que lo importante es “cuantificar estos temas”.

Por último, Francisco Vargas, en calidad de miembro de CCARS, se refirió a lo que los estudios han demostrado sobre la cuestión de la radiofrecuencia y la salud. Los informes presentados en diferentes países de la Unión Europea, concluyen que no existen efectos adversos para la salud como consecuencia de la radiofrecuencia. Lo que sucede, dijo el profesional, es que nos enfrentamos a un lenguaje seudo científico que muchas veces intenta sacar partido político mediante la reacción de ciertos colectivos o que, incluso, intentan vender productos para prevenir esos supuestos riesgos. Lo fundamental, dijo Vargas, es tener en cuenta la ecuación “dosis-efecto” (no mata el veneno sino la dosis, ejemplificó el disertante) y el hecho de que estas radiaciones no son ionizantes. En definitiva, el problema se reduce a una cuestión de límites y, tanto en España como en el resto de los países, el límite de las radiaciones está establecido por ley y las leyes actuales no necesitan ser modificadas ya que los estudios no han demostrado efectos sobre la salud. No obstante, el científico señaló que, aunque los límites actuales son seguros y no son nocivos para el cuerpo humano, el deber de la ciencia es seguir investigando, mejorar la dosimetría y, sobre todo, averiguar si puede haber efectos a largo plazo.

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Redacción

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