Llevo unos cuantos años haciéndome eco del Mobile World Congress desde la barrera. En anteriores ediciones, compañeros de redacción de la editorial en la que trabajo acudieron a Barcelona a cubrir el macro evento invitados por algún fabricante. En 2020 me tocaba a mí. Era mi primer MWC y he de reconocer que no me apetecía mucho ir. En primer lugar, porque he asistido a muchas ferias y ese runrún intermitente de fondo y ese ir y venir constante resulta agotador. En segundo lugar, porque como muchos colegas de profesión me habían comentado, cada vez era más complicado atender a todas las presentaciones y apenas había tiempo para “reposar” los anuncios clave del encuentro. Una forma fina y educada de decir que “es un coñazo”. Y es que, desde mi punto de vista, pongo en duda que este tipo de convocatorias tan grandes sean tan eficaces como otros formatos más cómodos, manejables y pequeños que permiten conocer más detalladamente las soluciones presentadas y a los directivos y técnicos de las empresas.
Pese a estas reticencias, encontraba un punto de interés en acudir a Barcelona y comprobar de primera mano la magnitud de la cita. Al menos una vez, como ocurre con Las Vegas. Lo de repetir va en gustos. Y me puse a la tarea con el registro. En el proceso ya me encontré con la primera traba: la GSMA no consideraba que cumpliera los requisitos necesarios para acreditarme como periodista especializada en la cobertura de estos contenidos. “Really? I can´t believe it!”. Entonces empezó la tortura de tener que demostrar que tengo la titulación, que soy el último mono en mi empresa y que, efectivamente, estoy diariamente escribiendo de movilidad, 5G, operadoras, redes, teléfonos, etcétera. En ese momento, y con varios mails de por medio, pensé: “¿merece la pena ir?”, ni siquiera se han molestado en leer los artículos que les he enviado, ni en comprobar que soy quien digo ser. Fue cuando LG y otros fabricantes empezaron a confirmar que no asistirían al Mobile cuando rápidamente me dijeron que habían cometido un error… Siempre me quedará la duda de si realmente se habían dado cuenta de que se habían equivocado y de si es que veían que se desmoronaba el sarao y querían salvar los muebles.
Sea como fuere, el majestuoso MWC se canceló. Que fuera por el coronavirus o por presiones comerciales o por ambas no se sabe a ciencia cierta. Hay opiniones, teorías y conspiraciones de todos los sabores. Que lo vamos a pagar todos, no cabe duda. Habrá que esperar a la próxima edición. Sinceramente, no sé si iré.