Así nos encontramos con que aquellos operadores que nacieron al abrigo y bajo el esperanzador apellido de alternativos, en general, no han conseguido hacer realidad sus magníficas y ambiciosas intenciones; y son muy pocos los que han conseguido hacerse con un hueco por su saber hacer y seriedad, fruto de una estrategia bien concebida y ejecutada con rigor.
De esta forma cuando se ha superado el estallido inicial y ha quedado claro que en este sector tampoco se atan los perros con longaniza, que las palabras bonitas y los proyectos grandilocuentes no son un bagaje suficiente para afrontar el complejo día a día, se ha iniciado una criba resultado de la cual se han producido las primeras bajas, que tampoco serán las últimas.
El mercado, una vez más, ha impuesto sus reglas y sólo van a sobrevivir los más fuertes, los que demuestren una mayor capacidad de adaptación a las condiciones cambiantes de este negocio y a las necesidades de sus clientes, y el suficiente, músculo empresarial para afrontar el futuro.
Quizá, entonces y sólo después de ese proceso de depuración, por fin, los clientes empiecen a disfrutar plenamente de las tan esperadas ventajas de la liberalización.