Las ciudades inteligentes están en pleno auge en todo el mundo. Las autoridades y las compañías fomentan su implantación para pasar de la administración clásica a la que se apoya en las TIC. El objetivo es ofrecer a los ciudadanos unos servicios de mayor calidad. Además, las smart cities (como se denominan en inglés) están ligadas a la eficiencia energética y, por tanto, al ahorro. No menos importante es la protección del medio ambiente, otra de las asignaturas pendientes de las grandes urbes cada vez más pobladas y contaminadas. Las ciudades inteligentes gozan de una mayor calidad de vida y el impacto medioambiental es mucho menor que el de aquellas que aún se sustentan en los modelos tradicionales.
REDES & TELECOM ha consultado a cuatro expertos en la materia pertenecientes a Cisco, IBM, Schneider Electric y Ericsson Iberia para saber cómo se desenvuelven estas compañías en el ámbito de las smart cities. Juan Blanco, director de desarrollo de negocio para la región sur en Cisco, declara que las smart grids (redes inteligentes) “ayudan a las compañías a suministrar energía eléctrica a las empresas y a los hogares con mayor fiabilidad. Permiten integrar las comunicaciones basadas en el protocolo IP con las plantas de producción para proporcionar control y monitorización inteligentes para la distribución de la energía eléctrica, lo que genera importantes beneficios de reducción de costes y protección del medio ambiente”. Blanco recalca el poder de las smart grids “al combinar la energía eléctrica tradicional con una red de comunicaciones basada en IP. Esto facilita la captura y el análisis en tiempo real de la información procedente de múltiples dispositivos inteligentes ubicados en la subestación y en los edificios y hogares”.
Ángel Silos, responsable de Protección y telecontrol de Media Tensión de Schneider Electric, está de acuerdo en que las smart grids “deben entenderse como la gestión inteligente de la energía en sentido amplio, contando con la electricidad y el gas. Mediante una red de distribución inteligente, automatizada y flexible podrá realizarse una buena medición de los flujos de energía y ofrecer una respuesta rápida y eficaz de la demanda de la energía”. El objetivo es mejorar “notablemente la calidad del servicio y el suministro de esa energía”, destaca Silos.
Marta Sánchez, socia responsable de Energía y Utilities de IBM GBS en España, Portugal, Grecia e Israel, también hace referencia a ese control de la energía porque las redes inteligentes “serán capaces de predecir y optimizar la gestión de los flujos de la misma y de proporcionar más información a los clientes para una gestión proactiva de su balance de consumo”. Sánchez también cree que esto ayudará a “mejorar la calidad del suministro y los tiempos de respuesta de los clientes, a la vez que se optimizan costes e inversiones”.
Por su parte, Luis Molero, responsable del Área de Verticales para Ericsson Iberia, relata que las smart grids se mueven “en dos direcciones”. Esto equilibra la demanda de energía y el suministro y, por tanto, “minimiza el excesivo derroche que se produce cuando hay picos de demanda o caídas bruscas”. En Ericsson están “convencidos” de que la arquitectura de las smart cities eficientes “está basada en una red de banda ancha flexible y escalable que sirve como el núcleo entre todo tipo de datos, servicios, aplicaciones y usuarios”.
Eficiencia energética y ahorro
Al aprovechar mejor los recursos y las tecnologías disponibles se ahorra dinero. Juan Blanco, de Cisco, señala que el ahorro estimado “de adaptar capacidad y demanda de consumo puede alcanzar el 20%, aunque para ello se deben combinar las smart grids con otras herramientas tecnológicas, siempre basadas en la red como plataforma”. Blanco añade que este tipo de redes también “permiten integrar fuentes renovables como la energía eólica y fotovoltaica, creando la infraestructura necesaria para poder recargar coches eléctricos en distintos puntos de la ciudad y proporcionar a los ciudadanos herramientas como los contadores inteligentes”. En definitiva, según el integrante de Cisco, las smart grids “ayudan a repartir de forma más eficiente los consumos a lo largo del día reduciendo la demanda en las horas pico para no tener que recurrir a la energía generada en las centrales más contaminantes”.
En Schneider Electric, Ángel Silos hace referencia al poder de control de la generación y de las vías de transporte y de distribución de energía. Silos destaca “la optimización del transporte (AT) y distribución (MT) de la energía en las redes actuales, la optimización de la calidad de servicio limitando posibles pérdidas de consumos a usuarios reconfigurando la red ante problemas y la optimización de la generación de energía previendo la demanda”.
La socia responsable de Energía y Utilities de IBM GBS en España, Portugal, Grecia e Israel, Marta Sánchez, sostiene que las smart grids conllevan “una gestión proactiva del balance energético (producción/consumo) de los clientes, que les dará la capacidad de ajustar su perfil de consumo a las señales del mercado y eliminar ajustes derivados de la estimación de las lecturas”. Por su parte, Luis Molero, del Área de Verticales de Ericsson Iberia, aboga por la sostenibilidad y la reducción de las emisiones de dióxido de carbono. “Teniendo en cuenta que en torno al 26% de la huella de carbono total del mundo lo genera la energía, el impacto medioambiental de este sector es muy significativo. Por ello, las compañías de utilities están adoptando programas estratégicos que cuentan con una mayor proporción de generación de energía renovable (solar, eólica, hidroeléctrica y biomasa) distribuida a través de la red”.
Optimización, control, energía, eficiencia, sostenibilidad. Son palabras que indudablemente están ligadas a otro término que actualmente obsesiona a ciudadanos y gobiernos: ahorro. En tiempos de crisis es indispensable sumar nuevas medidas que contribuyan a gastar únicamente lo necesario. Es momento de aprovechar cada recurso al máximo. Ángel Silos opina que las ventajas económicas que pueden aportar las smart grids “derivan de la eficiencia que se pueda conseguir con ella”. Silos explica que en estas redes “es posible realizar un flujo de gestión de la energía, lo que permite economizar el transporte y generación de esa energía y, con ello, a la larga, el ahorro conseguido puede ser considerable”. El responsable de Protección de Telecontrol de Media Tensión de Schneider Electric introduce el término “inteligencia en el sistema eléctrico”, basado en esa tecnología de control diseñada para realizar “varias configuraciones y poder transportar la energía por diferentes vías y de distintas generaciones a un mismo punto de consumo estableciendo caminos alternativos para una respuesta rápida en caso de problemas”.
Marta Sánchez revela que la red inteligente tiene su impacto económico “tanto en las empresas de utilities como en los clientes”. Sánchez declara que las compañías verán mejorada su eficiencia operativa “sobre la operación y el mantenimiento de la red a través de la utilización de modelos que, a partir de la información histórica y de la monitorización masiva de los activos, permitan predecir su comportamiento y , de esta forma, optimizar la gestión”. Además, según las palabras de Sánchez, a más monitorización de los elementos de la red, más optimización en los tiempos de reacción, análisis y localización de los problemas”.
Juan blanco pone como ejemplo las redes IP que “pueden generar ahorros cercanos al 25% en los costes de explotación de los servicios existentes, y una reducción superior al 50% en los costes asociados a la puesta en marcha de nuevos servicios, mientras el ahorro energético estimado que resulta de adaptar capacidad y demanda de consumo puede alcanzar el 20%, con la consiguiente reducción de emisiones de CO2”. En la misma línea se mueve Luis Molero al desvelar que en 2009 “el 32% del total de las emisiones de dióxido de carbono en España correspondieron a los sistemas de energía y, en términos económicos, eso representa alrededor del 3% del PIB español”. Molero recalca que si se aplican las tecnologías inteligentes al sector de la energía “se podrían reducir en unos 10,55 millones de toneladas” esas emisiones tóxicas. Esto se traduciría en un ahorro cercano a los 11.000 millones de euros y la creación de 19.000 puestos de trabajo solo en España, según el responsable del Área de Verticales de Ericsson Iberia. “Adicionalmente, se podrían generar unos 218 millones de euros mediante la creación de servicios de valor añadido de cara a los clientes finales”, apostilla Molero.
Smart cities en España
¿Está las ciudades españolas realmente preparadas para convertirse en smart cities? Nuestros protagonistas opinan que sí, aunque es necesario tomar una serie de medidas y de reformas que ayuden a que esto sea posible. Juan Blanco cree que España “está lista para dar el salto en smart grids, eso sí, para crear auténticas ciudades inteligentes este servicio de gestión energética debe compaginarse con otros como sanidad, educación, transporte, seguridad, agua y tratamiento de residuos, todos ellos conectados a través de de la red IP como plataforma”. Blanco aclara que en Cisco cuando hablan de smart cities también lo hacen de Smart Connected Communities (Comunidades Inteligentes Conectadas). “Son ciudades en las que los sistemas y los servicios anteriormente mencionados están conectados, algo que raramente sucede en la actualidad porque los servicios se apoyan en tecnologías incompatibles”.
Cisco se encuentra inmersa en distintos proyectos de ciudades inteligentes en España, por ejemplo, en Madrid y Barcelona, urbes que están poniendo todo de su parte para avanzar en este sentido. El desafío es, por tanto, crear plataformas “homogéneas e integradoras” para unificar los procesos, reducir los costes y optimizar el consumo energético. “La clave de todo esto se encuentra en Internet y en las redes IP”, remarca el director de desarrollo de negocio para región sur de Cisco. Ángel Silos nos recuerda que la red española “ha evolucionado en su estructura considerablemente en los últimos años, por lo que habrá una correcta implantación de la red inteligente dentro de nuestras fronteras”. Silos cita a Barcelona, Madrid, Málaga, Bilbao y Santander como “ciudades destacadas que avanzan hacia la smart city”.
Luis Molero habla desde Ericsson Iberia para decir que en la compañía creen que “las ciudades inteligentes, los gobiernos, las compañías y los consumidores tiene una responsabilidad compartida en la construcción de las smart cities del futuro”. Molero señala que “para llevar a cabo la construcción de una ciudad inteligente es conveniente planificar un escenario holístico que permita ayudar a identificar cuáles son las inversiones específicas que están siendo consideradas a día de hoy por todos los interesados y principalmente por las compañías”. De nuevo Santander y Málaga salen a la palestra como modelo de ciudades que han tomado la delantera respecto al resto con proyectos pioneros de smart cities. Luis Molero explica que en la ciudad cántabra se han instalado unos 20.000 sensores en la infraestructura de la ciudad, incluyendo parkings, control de riesgo o realidad aumentada. En el sur, Málaga se encuentra inmersa en otro proyecto que permitirá un ahorro del 20% en el consumo energético, evitando la emisión de 6.000 toneladas de CO2.
Para terminar, Molero aclara que desde la perspectiva del ciudadano, “los clientes finales parecen estar deseando experimentar nuevas maneras de interactuar con sus proveedores de energía para aprovecharse de los nuevos modelos de relación que están surgiendo”. Por tanto, queda patente que hay ciertos núcleos urbanos en España que sí están haciendo el trabajo necesario para convertirse en ciudades inteligentes. Aún así, queda todavía mucho camino por recorrer y es necesaria la colaboración de todos para que las smart cities sean una realidad a medio y largo plazo.