Probablemente estas dos últimas décadas han sido las más dinámicas dentro del mundo de las telecomunicaciones y han estado marcadas por grandes cambios, desde la liberalización del sector pasando por la presencia de empresas tecnológicas españolas en el marco internacional ¿Cuáles son desde su punto de vista los dos principales hitos que se han producido en los pasados 20 años?
Al margen de los hitos regulatorios, desde el punto de vista social, el principal acontecimiento de los últimos 20 años ha sido el desarrollo de la telefonía móvil, especialmente en nuestro país, que nos ha permitido evolucionar en la forma de relacionarnos con los demás, ahora podemos llevar la comunicación en el bolsillo con todo lo que ello implica. El segundo fenómeno más relevante ha sido la llegada de tecnologías de banda ancha, que aún tiene un largo camino por recorrer pero que ya ha dejado su impronta en el panorama social, su proceso de maduración está en marcha y depende sólo de cierto grado de nivel de penetración para que la sociedad lo asuma como perfectamente natural. La extensión mayoritaria de la banda ancha no sólo nos llevará a nuevas formas de trabajar o de relacionarnos con la Administración, sino que provocará una catarsis en los medios de comunicación como la televisión; pensemos que en el momento en el que la televisión sea soportada por muchas tecnologías, ésto provocará un impacto brutal sobre la propia televisión dado que ésta perderá poder individualizado. Hasta ahora, un número limitado de canales garantizaba un liderazgo relativo de alguno de ellos, pero al aumentar la oferta de manera brutal, el poder de influir ya no se relacionará a una tecnología de manera que la forma de comunicar deberá ser más competitiva, interactiva y cuidada. El ciudadano tendrá más fuentes de información, lo cual no implica estar mejor informado.
El fenómeno de la Web 2.0 también permite al ciudadano, a través de Internet, a ser más activo en cuanto al manejo de información, lo que a medio plazo redundará en una sociedad más informada y, consecuentemente, más crítica y avanzada.
La CMT no va a perder protagonismo. La liberalización fue impulsada en su día desde Bruselas, por lo tanto, desde los años 80 se apostó por este proceso y se ha visto que la función de las distintas comisiones en cada país es básica. En el estado actual, tal y como funcionan los mercados europeos, todavía es imprescindible la existencia de reguladores nacionales; si bien es cierto que la situación competitiva es mucho mejor ahora que hace diez años y hay una posición de fuerzas más equilibrada. Aún así, no estamos en un mercado de competencia sostenible y, a medida que esta posición avance, el papel del regulador disminuya. Una vez se consiga un nivel de competencia óptimo, el regulador pasará a tener una función horizontal, aunque hay cosas que siempre tendrán que ser reguladas como el espectro o la estandarización. ¿Cuánto se tardará en llegar a esta última etapa? Todavía es pronto para saberlo.
Mientras tanto el papel de Europa ha sido clave como impulsora y por su tarea de armonización, pero ella sola nunca podría hacer el papel de los reguladores nacionales. Habrá que llegar a un <em>ten con ten</em> para que cada regulador encuentre su hueco. Ahora bien, normalmente confundimos las medidas que el regulador con las tensiones competenciales que vienen determinadas por los gobiernos europeos y las instituciones de Bruselas, en este sentido no debemos olvidar que el regulador dicta normas una vez oídos los acuerdos gubernamentales.
El otro gran problema que plantean las operadoras es la pluralidad de reguladores cada uno con sus propios dictados ¿Qué mensaje de tranquilidad enviaría a los operadores en este sentido?
Hay operadores trasnacionales que son paneuropeos o que dan servicio a varios países y que tienen razones para quejarse de que hay un nivel de armonización menor del que desearían. Es lógico que un operador móvil presente en diez países quiera que sus condiciones con los mayoristas o sus ofertas a usuarios se pudieran unificar en todos los estados y, a ser posible, de la manera más ventajosa para él, de ahí que exija la armonización entre reguladores. Sin embargo, las diferentes normativas no sólo dependen de una escasa armonización entre reguladores, sino también de las diferentes condiciones objetivas de los distintos mercados europeos que obliga al regulador a ser más o menos intervencionista. Si la armonización se convierte en uniformización por el mero hecho de querer que la regulación sea igual en todos los países y eso genera problemas locales, estaríamos haciendo una mala regulación. Por lo tanto, debemos tender a armonizar aquello que objetivamente no suponga grandes diferencias y, sin embargo, debe haber un nivel de flexibilidad suficiente para reajustar localmente un mercado con excesivas diferencias competenciales.</strong><br /><strong>El consejero delegado de Vodafone España, Francisco Román, afirmaba el pasado mes de septiembre en el XXI Encuentro de las Telecomunicaciones en Santander que el principal problema de la regulación europea es su tendencia a la uniformización de manera que una operadora de reducido tamaño y escasa infraestructura en Luxemburgo tiene las mismas ventajas que Telefónica o Vodafone que invierten en diferentes países y corren grandes riesgos. Sin embargo usted aboga por regulación de “geometría variable” (ajustada a cada zona) atendiendo a las condiciones locales imperantes ¿Cómo se puedan casar ambas posturas?
Es cierto que hay operadoras que están haciendo un esfuerzo inversor para tener una fuerte proyección europea y también que desde Bruselas se quiere que existan fuertes competidores europeos capaces de lidiar con asiáticos y estadounidenses. Parece que hay una cierta contradicción entre la exigencia de buscar grandes operadores europeos y la limitación a los grandes para proteger a los pequeños, pero indudablemente la regulación siempre tiene que tender a favorecer al más débil porque los grandes no necesitan protección de ningún tipo. La regulación europea ha tenido el objetivo principal de proteger al usuario de tarifas abusivas y esto no ha gustado a los operadores pero era necesaria.
Usted afirmaba hace poco que tenemos que adaptarnos al marco europeo, pero que aún no está terminado el proceso de desarrollo del mismo, lo que impide saber en estos momentos cuáles serán sus últimas consecuencias. ¿Qué peculiaridades tiene el mercado de telecomunicaciones español en comparación con otros mercados europeos? ¿En qué posición estamos?
Todavía no se ha iniciado el nuevo marco, llevan un año trabajando y los borradores de directivas se están discutiendo a nivel interno, es decir, que todavía la Comisión no ha presentado oficialmente las nuevas directivas que constituirán el futuro marco; pero creemos que se está planteando un marco evolutivo, es decir, que no cambia conceptualmente, es decir, se sigue pensando que hay favorecer los mercados y que se impondrán obligaciones a los competidores dominantes. La filosofía no cambia pero sí se plantean incrementar el poder de la regulación continental. ¿Cómo nos afectará el nuevo marco en el mercado español? Yo diría que el marco actual se basa en la neutralidad tecnológica y, probablemente, el nuevo también, lo que no impedirá que ante la aparición de nuevas infraestructuras habrá que intervenir para garantizar la competencia. En España hay un núcleo sustancial de competencia en red, más cercano a Reino Unido que a Italia, pero el objetivo será garantizar las competencias no sólo en infraestructuras sino también en servicios, sin esperar a que se apruebe el nuevo marco en 2010.
</strong><br /><strong>La CMT ha manifestado su desacuerdo ante la multa anunciada por Bruselas a Telefónica en telefonía fija, pero el operador español no ha sido el único que ha recibido un toque de atención por parte de Europa, anteriormente France Telecom y Deutsche Telekom han sido llamadas al orden. ¿Qué papel juega aquí el regulador local?
La Comisión de Bruselas tiene la misión de velar por la competencia de todo el continente y ha intervenido en distintas acciones como France Telecom, Deutsche Telekom y Telefónica y las ha resuelto imponiendo multas. La CMT lo que hace es analizar la decisión de la Comisión de Bruselas y, en el caso de Telefónica, hemos visto que Bruselas no ha actuado correctamente y ha entrado en competencias propias de reguladores locales. Es por ello que hemos pedido al Gobierno que recurra la decisión de Bruselas en defensa de una invasión competencial hacia nuestro organismo.
Mediáticamente parece que defendemos a Telefónica, pero ni Telefónica necesita que nadie la defienda, ni la CMT debe decantarse por ningún operador, pero tampoco pueda permitir el intrusismo dentro de sus competencias.
¿Cómo puede resolverse el conflicto que existe en este momento entre los cableros y el operador incumbente?
Nos interesa que se desarrollen las infraestructuras, tanto la de Telefónica como la de los cableros de ahí la consulta pública que hicimos este verano, para pasar ahora a valorar las distintas opiniones y ver qué se puede hacer. La CMT dará las líneas de actuaciones para impulsar y acelerar la innovación tecnológica y las infraestructuras de este país (pensando fundamentalmente en el desarrollo de las redes de nueva generación), en un marco de competencia.
Empezábamos esta entrevista haciendo un balance de las dos últimas décadas, si miramos ahora al futuro ¿Cuáles serán los principales cambios que veremos en telecomunicaciones en los próximos años?
No espero grandes cambios de tendencia en los próximos años, veremos niveles de consolidación entre operadores. También se desarrollarán tanto en fijo como en móvil múltiples servicios basados en Internet. Y, probablemente, la característica fundamental de todos los cambios será la convergencia, iremos a un entorno de integración comercial completa en la que cada operador ofrezca todos los servicios, apoyado en su propia red o sobre la de terceros. A buen seguro, las redes se construirán sobre Internet y permitirán ofrecer cualquier tipo de servicio en situación estable y en movilidad. Ese es el mundo al que vamos y lo veremos madurar desde ahora y a lo largo de los próximos cinco años.</strong><br />