Se califica de esenciales los primeros meses de todo nuevo Gobierno porque de ellos se puede extraer una parte importante de lo que se va a realizar durante su tiempo en el poder. Como si del genoma humano se tratase, parece ser que de los primeros movimientos del ejecutivo puede extraerse la plantilla que caracterizará la gestión de los diferentes ministerios y apurando, si no sus logros, sí lo atinado de sus líneas de actuación y de sintonía con lo prometido en la campaña electoral. Concretando en el ministerio de Ciencia y Tecnología, entre esos primeros movimientos brillan con luz propia los conducentes a extender el uso masivo de Internet entre toda la población, parte a su vez del compromiso del Gobierno para con su proyecto Sociedad de la Información. El departamento de la ministra Anna Birulés ha decidido dar prioridad a lograr una tarifa plana atractiva además de competitiva y que se sitúe, como mínimo, en las 2.750 pesetas mensuales. Una medida que ha salido adelante como una más del paquete de las conocidas como liberalizadoras, junto a los libros de texto y la expansión de las redes de gasolineras y, con ello y por ello ha sido tratada con especial atención y rapidez por el Consejo de Ministros. Según todos los indicios, este verano habrá tarifa plana incluso en Valdemorillo, población de la Comunidad de Madrid donde tenemos referencias de que es complicado, por no decir que imposible, el acceso a Internet. Sin minimizar la importancia y el reconocimiento que merecen acciones de esta naturaleza, y en particular el impulso que se logrará con una tarifa plana de esas características, sería de desear que el ministerio de Ciencia y Tecnología actuara en este sentido con amplitud de miras y de frentes. En otras palabras, actuar sobre múltiples valores impulsores del uso de las Tecnologías de la Información; y hacerlo con igual diligencia que con el caso de la tarifa plana, cuestión urgente y relevante, histórica en cuanto a la reclamación constante que ha tenido desde algunas asociaciones de usuarios; pero también compleja de llevar a la práctica sobre todo si se tienen en cuenta las capacidades de la red que debería digerir una avalancha de tráfico para la que según muchas opiniones no está preparada, pero significativamente por los costes elevados que tendrán que asumir las operadoras, especialmente Telefónica. Problemáticas, unas y otras, que han llevado a limitar el acceso o los horarios de conexión, con lo que volvemos al principio y a la demanda histórica de una tarifa plana, económica, universal y de 24 horas. Fomentar el comercio electrónico en todos los sentidos, aumentar el número de centros escolares conectados a Internet y el uso de la red en los mismos, proponer acciones que dinamicen la creación y la actividad de las start up de la Red. En definitiva, actuar sobre todos los puntos que desarrollan la nueva economía y que no sólo están del lado de los consumidores, sino más bien del de las empresas que deberán decidirse a vender, y también a comprar, a través de Internet, aplicando de forma adecuada las tecnologías y, también, los nuevos modelos de competencia. Reconocido el retraso de nuestro país en la materia Internet parece más recomendable aplicar específicos que actúen sobre todo el espectro y que sean capaces de resolver el problema crónico, mejor que actuar sobre casos agudos aunque muy contestados desde la opinión pública. En definitiva, gobernar con buen tino y con atino las tecnologías de la información de la misma manera que la economía y la hacienda, con la salvedad de que en materia TI el terreno es virtual, inexplorado y necesitado de incentivos y en muchos casos las decisiones e implicaciones dependen más del mencionado ministerio que del de Ciencia y Tecnología.
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