José María Hernández
Consultor senior de comunicaciones
Grupo Ágora Solutions
Con mayor o menor convencimiento, prácticamente todas las empresas españolas son conscientes de la contribución de las tecnologías de la información y la comunicación a la modernización y competitividad de sus negocios. Sin embargo, en España queda aún mucho camino por recorrer en el ámbito de las comunicaciones, especialmente en los usos de banda ancha de nueva generación y en los mecanismos de seguridad ligados a las tecnologías inalámbricas.
Gracias al auge de la movilidad empresarial -tanto en las grandes compañías como entre las pymes, que han encontrado en la movilidad una valiosa ayuda para optimizar sus recursos-, las comunicaciones inalámbricas se han convertido en una demanda generalizada. Las redes privadas virtuales (VPNs) y las redes Wi-Fi son utilizadas por prácticamente una de cada dos empresas, lo que permite a los empleados ser más productivos al transportar su lugar de trabajo allá donde se dirijan.
La progresiva desaparición de las conexiones por cable debe ir, no obstante, acompañada de una seguridad reforzada en las WLANs. Actualmente, todavía son muy altos los porcentajes de redes WiFi corporativas poco seguras, ya que confían en los protocolos WEP y el filtrado MAC, fácilmente crackeables. La alternativa más segura en entornos empresariales debe basarse en WPA y WPA2 con encriptaciones a partir de TKIP. Asimismo, debe procurarse la mayor estandarización posible en cuanto a los protocolos de seguridad utilizados, puesto que cada vez son más los dispositivos de todo tipo que se han de conectar a la red WiFi, desde PDAs a portátiles, lectores de códigos o dispositivos industriales. Por otro lado, en las redes WiFi, la proliferación de puntos de acceso no controlados presenta un grave peligro para la seguridad corporativa, por lo que su temprana detección es un primer paso esencial.
En el área de convergencia IP, la utilización de la tecnología VoIP es también muy significativa entre las empresas españolas, pero la telefonía IP más global, con todas sus funcionalidades de negocio y ahorro de costes, no está aún suficientemente desarrollada. A pesar de que compañías como Telefónica han anunciado el apagón analógico de sus centrales de aquí a dos años, la migración de la telefonía tradicional a la telefonía IP se plantea más como un problema de amortización de la tecnología existente que como la valoración de las nuevas funcionalidades que se puedan incorporar, como la mensajería unificada o los IVRs.
Lo mismo ocurre con la tecnología WiMAX, que permite utilizar el acceso inalámbrico desde cualquier emplazamiento, transformándolo en una especie de banda ancha móvil y personal. A pesar de sus grandes ventajas, las empresas españolas de sectores como la distribución o el transporte (en los que WiMAX permitiría, por ejemplo, conectar almacenes separados físicamente) aún no han apostado plenamente por esta tecnología.
Los avances tecnológicos permiten ya a las empresas disfrutar de un mundo sin cables en el que sus empleados e información de negocio estén siempre conectados. El rápido y atractivo retorno de la inversión de muchas de estas soluciones garantiza que la modernización de sus comunicaciones sea una apuesta segura para cualquier empresa. Correctamente gestionadas y dotadas de los más altos niveles de seguridad, las nuevas redes móviles permitirán a las empresas españolas avanzar en el desarrollo de la sociedad de la información.
