La demanda de conectividad y la Internet de las Cosas (IoT) han convertido a las a las ciudades en un verdadero reto para los proveedores de servicios. A medida que su población aumenta, las ciudades recurrirán a sistemas automatizados conectados para garantizar la calidad de vida de sus residentes en una amplia gama de áreas de aplicación-seguridad, control de tráfico, administración de energía, asistencia sanitaria y sistemas de agua, entre otras, lo que presenta grandes retos para administradores, operadores y proveedores de servicios de tecnología.
Con el paso del tiempo las ciudades han crecido de forma acelerada. En la actualidad más del 50% de la población vive en ciudades, y se espera que para el año 2050 aumente a dos terceras partes (Revision of World Urbanization Prospects de la ONU). De esta forma, a la par del incremento en la densidad de las ciudades, la tendencia en el desarrollo de la IoT está conectando y automatizando muchos aspectos de la vida, y las ciudades se están a preparando para ello dando paso a las llamadas Ciudades Inteligentes.
Para Morne Erasmus, director de CCS Business Development en CommScope existen tres requisitos clave para desarrollar una Ciudad Inteligente: educación, visión y gobernabilidad.
Educación
Pese a que existen muchos proyectos de Ciudades Inteligentes en marcha, la tendencia es nueva y las ciudades deben ser educadas sobre lo que significa y cómo se implementa. Parte de esta responsabilidad recae en los mismos proveedores de equipos, desarrolladores de software, proveedores de servicios de red e integradores de sistemas, pero también atañe a las propias ciudades.
“Los beneficios de las aplicaciones de las Ciudades Inteligentes repercutirán no sólo para ellas mismas, sino también en los ciudadanos. Para construir una buena visión general de los distintos desafíos y las soluciones para las ciudades inteligentes, en el Consejo de Ciudades Inteligentes (Smart Cities Council) se ha desarrollado una Guía de preparación de ciudades inteligentes que describe las áreas claves de las soluciones, sus ventajas y ofrece un enfoque estándar para la creación de una ciudad inteligente”, comenta el directivo.
Visión
Sin importar el tamaño, una ciudad inteligente se desarrolla mejor cuando los planificadores adoptan una visión integral y amplia, que incluya la totalidad de la actividad humana en cada área, además de los gobiernos municipales, escuelas, hospitales, recursos, negocios y personas. Sin embargo, muchos caen en el error de planificar y presupuestar sin tomar una visión a largo plazo.
A principios de los 2000, algunas ciudades de Estados Unidos adaptaron farolas LED financiadas por un ROI de ahorro de energía a través de un sistema de control inalámbrico de bajo ancho de banda, lo más sencillo para ese momento. Sin embargo, ahora que estas ciudades desean desplegar cámaras de vigilancia en los mismos polos, las redes no ofrecen el suficiente ancho de banda de backhaul para soportarlo. Esto ha ocasionado que se deba desplegar una red de mayor ancho de banda, gastando millones de dólares más.
Ahora las urbes están desplegando una o dos aplicaciones de ciudades inteligentes, pero es fundamental considerar las futuras necesidades de ancho de banda. La red de comunicaciones es la base de todas las ciudades inteligentes, por lo que las ciudades deben asegurarse de contar con una red de gran ancho de banda que pueda soportar cualquier aplicación presente y futura.
Gobierno Inteligente
El siguiente requisito para estas ciudades es poseer un gobierno inteligente. Para desarrollar una ciudad inteligente se requiere una gran colaboración interdepartamental, desafío que aún afrontan la mayoría de las ciudades. La solución consiste en mirar una plataforma horizontal inteligente de la ciudad donde los datos de todos los sensores, cámaras y otros dispositivos se agreguen a una localización y luego se descarguen a través de interfaces de programación de aplicaciones (API), en forma de aplicaciones específicas de cada departamento.
“La infraestructura urbana inteligente y la función de agregación son propiedad de la ciudad misma, mientras que las aplicaciones son propiedad de departamentos individuales o de terceros externos”, agrega Morne Erasmus.
¿Por dónde empezar?
A medida que las ciudades se educan sobre las aplicaciones de las smart cities y planifican para el futuro, el comienzo puede ser con una infraestructura de comunicaciones que apoye todos los proyectos. La mano de obra es una de las partes más costosas de un proyecto de ciudad inteligente, por lo que la planificación y ejecución de una actualización de la red en toda la ciudad es un buen punto de partida.
Las urbes inteligentes son inevitables a medida que la tecnología IoT avanza; pronto veremos proyectos más innovadores para automatizar todo tipo de actividades cívicas.
“Sin embargo, construir una red en toda la ciudad es un gran desembolso de capital, pero las ciudades que participan en proyectos de Ciudades Inteligentes están encontrando maneras de compartir los gastos de capital con proveedores de servicios y proveedores de aplicaciones. Al iniciar el proceso de educación ahora y pensar en la infraestructura de comunicaciones adecuada para apoyar nuevos proyectos, las ciudades pueden dar el primer paso para conectar sus ciudades para el futuro”, concluyó Morne Erasmus.