Así lo ha decidido el Gobierno español ante las crecientes dificultades, tanto técnicas como económicas a las que se está enfrentando el sector, que han hecho imposible cumplir con las fechas contempladas en el concurso, con el que se pretendía convertir a España en un país pionero y puntero en la próxima implantación de la Internet móvil.
Aunque se partía de la base de que los plazos eran muy ajustados, inicialmente, al menos, también se daba por supuesto que los suministradores estaban en condiciones de proporcionar los equipos de red y terminales necesarios para cumplir estrictamente con los requisitos del concurso, mientras que, paralelamente, los operadores aseguraban estar en condiciones de hacer frente a los compromisos adquiridos, firmados y sellados con la Administración y lanzar el servicio a tiempo.
Muy pronto, primero solapadamente y luego de forma más abierta, tanto unos como otros advirtieron de la dificultad y después de la imposibilidad de llevar a cabo la implantación del UMTS ajustándose a los plazos. Y aunque la ministra Birulés se ha resistido hasta el límite, al final ha tenido que poner freno, dar marcha atrás y rendirse a la evidencia. Así, después de reunirse con los máximos ejecutivos de las cuatro futuras operadoras del servicio y con los suministradores, ha decidido abrir la mano y aceptar lo inevitable hay que retrasar hasta junio de 2002, diez meses después de lo planificado, la entrada en funcionamiento de la telefonía de tercera generación.
Esta demora, fruto de una visión más realista de la cuestión, debe permitir que, tanto operadores como fabricantes, se preparen convenientemente para hacer posible que el lanzamiento de UMTS cuente con las garantías necesarias para su éxito.
Además, este plazo va a servir para reorganizar la estructura de un sector, el de la telefonía móvil, que ha vivido los últimos meses con una zozobra y una incertidumbre insoportable en un momento en el que se enfrenta a decisiones vitales para su futuro.
También en este aspecto la ministra ha aclarado sus ideas y parece haber aplazado sine die la anunciada convocatoria de dos nuevas licencias GSM, y apostar nítidamente por GPRS como camino para contribuir a la maduración del mercado y ofrecer a los operadores una vía de negocio mientras llega UMTS. En la práctica, este plan va a significar que puedan disponer de mayor espectro radioeléctrico, como habían demandado reiteradamente, a la vez que da un balón de oxígeno a Xfera, al permitirle que utilice las redes de sus competidores para proporcionar GPRS.
Hay que alegrarse por lo que de positivo tiene este paquete de medidas que, aunque no solucionan completamente la problemática de un sector tan complejo, sí parece un buen punto de partida hacia el futuro.