El 5G es una tecnología que hace posible el intercambio de datos en tiempo real. Su implantación supondrá avances que hasta ahora parecían inalcanzables como vehículos o maquinaria agrícola autónoma, millones de dispositivos domésticos conectados a la red, implantación de robots industriales o con los que practicar cirugías, etc.
La principal diferencia con otros tipos de conexión como el 4G o el 3G, que en su día también supusieron un gran avance, pero que poco a poco se van quedando obsoletos, es que el 5G trae mucho más ancho de banda, latencias nunca vistas y la posibilidad de que millones de dispositivos puedan estar conectados a la vez.
Para entender mejor cuál es la principal diferencia de esta tecnología un ejemplo muy sencillo es compararla con una carretera. Así el 5G sería una autopista en la que habría muchos carriles, que representarían el gran ancho de banda que tiene, y en la que además no hubiera necesidad de pararse en peajes, ya que todos estarían sustituidos por telepeajes, algo que representaría el efecto de la latencia.
Esto supondría que el tiempo que va a pasar desde que se envía un paquete de datos hasta que se recibe será minúsculo, ya que la información no tiene que detenerse durante mucho tiempo en nodos de red (“peajes”) para ser procesada, porque es una tecnología que optimiza casi hasta el extremo el tratamiento de la señal que se hace en ellos. Si a ello le añadimos que habrá muchas capacidades que se van a llevar hasta una antena muy cerca al usuario final, la velocidad con la que intercambiaremos información será algo nunca visto hasta ahora.
“Para que 5G sea una realidad, todos los agentes que forman parte del sector de las telecomunicaciones deben enfrentarse a grandes retos”
Que todo esto pueda ocurrir implica que todos los agentes que forman parte del sector de las telecomunicaciones deben enfrentarse a grandes retos. El primero es la actualización de toda la red, para que de verdad podamos contar con una infraestructura capaz de soportar las necesidades de conexión en un futuro no muy lejano.
En España, los que formamos parte del sector de las telecomunicaciones, tanto los que gestionamos los emplazamientos pasivos como los operadores móviles, vamos a tener que hacer toda una actualización a 5G, en cada uno de los emplazamientos radio que hay que en estos momentos y que se cifran en 50.000.
“Es necesario hacer un mayor aprovechamiento de la infraestructura pasiva existente y densificar las redes actuales con nuevos emplazamientos como farolas o postes de luz”
Por ello es necesario hacer un mayor aprovechamiento de la infraestructura pasiva existente, que englobaría a las torres de comunicaciones y antenas en azoteas, y densificar las redes actuales con nuevos emplazamientos. Esto significa que las empresas que nos dedicamos a operar estos emplazamientos deberemos buscar otras alternativas a la colocación de torres o antenas en zonas en las que haya mucha intensidad de uso. Y en este sentido se comenzará a apostar por emplazamientos incluidos en el mobiliario urbano, como farolas, postes de luz.
Por otro lado, los operadores de comunicaciones, deberán cambiar o instalar nuevas antenas y equipamiento radio, es decir, todo el equipamiento activo de los emplazamientos, ya que los que están operativos en estos momentos no soportan todas las frecuencias que requiere la conexión 5G.
En muchos casos además el volumen de información que se demande será tan elevado que se deberá conectar el emplazamiento con el resto de la red través de fibra óptica, así como desplegar nuevos emplazamientos para poder absorber la totalidad del tráfico generado. Adicionalmente, también se debe cambiar el core de la red, para utilizar uno específico de 5G, capaz de capturar la totalidad de las ventajas que ofrece su latencia.
Las obligaciones de cobertura que se han asumido van a suponer una cantidad ingente de inversión y esfuerzo. Muchos medios materiales, la necesidad de un gran número profesionales expertos e importantes recursos, que requerirán, para su puesta en marcha, de la colaboración entre administraciones públicas y empresas.
Además, será indispensable agilizar los trámites administrativos y maximizar la reutilización de las infraestructuras ya existentes, adaptándolas para su uso para 5G, para minimizar la necesidad de tener que construir emplazamientos nuevos, que requieren volúmenes mucho mayores de inversión.
Al reto que supone la modernización de las redes, hay que sumarle que ésta debe hacerse en un plazo muy corto de 3 años. En mi opinión los fondos europeos NextGen, destinados al impulso de la implantación del 5G, supondrán una gran oportunidad, pero para que de verdad cumplan su objetivo deberán ser ejecutados en muy poco tiempo, para no salirse de los plazos que se han contemplado.
“El reto es ver la implantación del 5G como un proyecto de estado”
En definitiva, el reto es ver la implantación del 5G como un proyecto de estado, en el que todos los agentes apuesten por trabajar conjuntamente para hacerlo posible y real. Así conseguir para frenar la despoblación y cerrar la brecha digital, el impulso al trabajo en remoto con el que atraer a profesionales cualificados a nuestro entorno laboral, el uso de la telemedicina en entornos rurales, la estimulación de la industria, o la consecución de procesos empresariales que fomenten la sostenibilidad y el aprovechamiento de los recursos, entre otros beneficios.