Europa ha estado preocupada por la desaceleración del crecimiento desde principios de este siglo. Y aunque se han ido proponiendo varias estrategias para revertir la situación, no han dado sus frutos. Al menos, los que se esperaba.
Precisamente para analizar la magnitud de los desafíos a los que se enfrenta el viejo continente, así como las oportunidades que se vislumbran en el horizonte, se acaba de publicar el informe “El futuro de la competitividad europea”, elaborado por Mario Draghi, antiguo presidente del Banco Central Europeo y Ex primer Ministro de Italia. Un extenso documento en el que también se dan recomendaciones concretas para afrontar los retos.
Índice de temas
Puntos clave del informe
La tecnología digital ha sido el principal motor del aumento de la creciente brecha de productividad entre la UE y EE.UU., y parece que Europa se va a quedar aún más rezagada.
- La principal razón por la que la productividad de la UE se distanció de la de EE.UU. a mediados de la década de los noventa fue la incapacidad de Europa para capitalizar la primera revolución digital liderada por Internet, tanto en términos de generación de nuevas empresas tecnológicas, como de difusión de la tecnología digital en la economía.
La competencia por la potencia de cálculo y la falta de inversión en conectividad podrían convertirse pronto en cuellos de botella digitales
- […] el despliegue de la IA requerirá conexiones más rápidas, de menor latencia y más seguras.
- Los niveles de inversión necesarios para apoyar las redes de la UE se estiman en alrededor de 200.000 millones de euros para garantizar una cobertura completa de gigabit y 5G en toda la UE.
- Sin embargo, la inversión per cápita de Europa es notablemente inferior a la de otras grandes economías.
- Una razón clave de las bajas tasas de inversión es la fragmentación del mercado europeo.
- Esta fragmentación hace que los costes fijos de invertir en redes sean relativamente más onerosos para los operadores de la UE que para las empresas de escala continental de EE.UU. o China.
Es necesario facilitar la consolidación en el sector de las telecomunicaciones para lograr mayores tasas de inversión más altas en conectividad.
- La iniciativa fundamental es modificar la postura de la UE respecto a la escala y la consolidación de los operadores de telecomunicaciones para lograr un verdadero mercado único.
- También se propone armonizar las normas y procesos de concesión de licencias de espectro en toda la UE y orquestar las características de diseño de las subastas en toda la UE para ayudar a crear escala.
En cuanto a las industrias estratégicas, la UE debería aplicar una estrategia coordinada para reforzar la capacidad de producción nacional y proteger las infraestructuras de red clave.
- En el sector de las telecomunicaciones, Europa depende menos de la tecnología extranjera: los principales proveedores de la UE están bien posicionados en el suministro mundial de equipos de telecomunicaciones. Sin embargo, será importante que no aumenten estas dependencias, especialmente en el caso de proveedores de alto riesgo que podrían comprometer la seguridad de las redes de la UE y los datos de los ciudadanos.
- Respecto a las telecomunicaciones, se recomienda reforzar las consideraciones de seguridad en la contratación de tecnología favoreciendo el uso de proveedores de confianza de la UE para la asignación de espectro en todas las licitaciones futuras y promoviendo a los proveedores de equipos de telecomunicaciones con sede en la UE como actores estratégicos en las negociaciones comerciales.
Cambia el escenario y las reglas del juego
Y es que, se ha abierto una amplia brecha en el PIB entre la UE y los EE. UU., impulsada principalmente por una desaceleración más pronunciada del crecimiento de la productividad en Europa. Todo ello ha repercutido en los hogares pues la renta real disponible ha crecido casi el doble en Estados Unidos que en la Unión Europea desde el año 2000. Durante un tiempo, la desaceleración del crecimiento se ha visto como un inconveniente, pero no como una calamidad. Los exportadores europeos lograron capturar cuotas de mercado en otras partes del mundo de más rápido crecimiento, especialmente Asia.
También muchas más mujeres ingresaron a la fuerza laboral y, tras las crisis de 2008 a 2012, el desempleo disminuyó de forma constante en toda Europa. Asimismo, el comercio mundial floreció bajo el paraguas de seguridad estadounidense liberando presupuestos de defensa para gastarlos en otras prioridades. “En un mundo de geopolítica estable, no teníamos motivos para preocuparnos por la creciente dependencia de países que esperábamos que siguieran siendo nuestros amigos. Pero los cimientos sobre los que construimos ahora están siendo sacudidos. El paradigma global anterior se está desvaneciendo”, se observa en el informe.
La era del rápido crecimiento del comercio mundial parece haber pasado, y las empresas de la UE se enfrentan a una mayor competencia del exterior y a un menor acceso a los mercados extranjeros. Europa ha perdido abruptamente a su proveedor más importante de energía, Rusia. Mientras tanto, la estabilidad geopolítica está disminuyendo y esas dependencias han resultado ser vulnerabilidades. A la par, el cambio tecnológico se está acelerando rápidamente. Europa se perdió en gran medida la revolución digital liderada por Internet y los aumentos de productividad que aportó: de hecho, la brecha de productividad entre la UE y Estados Unidos se explica en gran medida por el sector tecnológico.
La UE es débil en las tecnologías emergentes que impulsarán el crecimiento futuro. Solo cuatro de las 50 principales empresas tecnológicas del mundo son europeas
En este contexto, el documento sostiene que la UE es débil en las tecnologías emergentes que impulsarán el crecimiento futuro. Solo cuatro de las 50 principales empresas tecnológicas del mundo son europeas. Sin embargo, la necesidad de crecimiento de Europa es cada vez mayor. La UE está entrando en el primer período de su historia reciente en el que el crecimiento no se verá respaldado por el aumento de la población. Para 2040, se prevé que la fuerza laboral se reduzca en cerca de 2 millones de trabajadores cada año. Eso implica que tendremos que apoyarnos más en la productividad para impulsar el crecimiento. Si la UE mantuviera su tasa media de crecimiento de la productividad desde 2015, solo bastaría con mantener constante el PIB hasta 2050, en un momento en el que la UE se enfrenta a una serie de nuevas necesidades de inversión que deberán financiarse mediante un mayor crecimiento. Para digitalizar y descarbonizar la economía y aumentar nuestra capacidad de defensa, la cuota de inversión en Europa tendrá que aumentar en unos 5 puntos porcentuales del PIB hasta alcanzar niveles vistos por última vez en las décadas de 1960 y 1970.
El desafío es enorme: crecer y ser más productivos, preservando los valores de equidad e inclusión social. Y la única manera de ser más productivos es que Europa cambie radicalmente.
Tres áreas de acción para reactivar el crecimiento en Europa
Ante este inquietante panorama, el informe identifica tres áreas principales de acción para reactivar el crecimiento sostenible. Lo bueno es que, en cada área, no partimos de cero. La UE sigue teniendo fortalezas generales —como sistemas educativos y sanitarios sólidos y estados de bienestar sólidos— y fortalezas específicas en las que basarse. Sin embargo, “estamos fracasando colectivamente a la hora de convertir estas fortalezas en industrias productivas y competitivas en el escenario mundial”.
Cerrar la brecha de innovación con Estados Unidos y China
En primer lugar, y lo que es más importante -exponen en el informe-, Europa debe reorientar profundamente sus esfuerzos colectivos para cerrar la brecha de innovación con Estados Unidos y China, especialmente en tecnologías avanzadas. Europa está atrapada en una estructura industrial estática con pocas empresas nuevas que surjan para perturbar las industrias existentes o desarrollar nuevos motores de crecimiento. De hecho, no hay ninguna empresa de la UE con una capitalización bursátil superior a 100.000 millones de euros que se haya creado desde cero en los últimos cincuenta años, mientras que las seis empresas estadounidenses con una valoración superior a 1 billón de euros se han creado en este período.
No hay ninguna empresa de la UE con una capitalización bursátil superior a 100.000 millones de euros que se haya creado desde cero en los últimos cincuenta años
Dado que las empresas de la UE están especializadas en tecnologías maduras en las que el potencial de avance es limitado, gastan menos en investigación e innovación: 270.000 millones de euros menos que sus homólogas estadounidenses en 2021.
Los 3 principales inversores en investigación e innovación en Europa han estado dominados por empresas automotrices durante los últimos veinte años. Lo mismo ocurría en Estados Unidos a principios de la década de 2000, con los automóviles y los productos farmacéuticos a la cabeza, pero ahora los 3 primeros están todos en el sector tecnológico. El problema no es que a Europa le falten ideas o ambición. Tenemos muchos investigadores y empresarios talentosos que solicitan patentes. Pero la innovación se bloquea en la siguiente fase: no logramos traducir la innovación en comercialización, y las empresas innovadoras que quieren expandirse en Europa se ven obstaculizadas en cada etapa por regulaciones incoherentes y restrictivas. Como resultado, muchos empresarios europeos prefieren buscar financiación de capitalistas de riesgo estadounidenses y expandirse en el mercado estadounidense. Entre 2008 y 2021, cerca del 30% de los “unicornios” fundados en Europa -startups que llegaron a estar valoradas en más de 1.000 millones de dólares- trasladaron sus sedes al extranjero, y la gran mayoría se trasladó a Estados Unidos.
Entre 2008 y 2021, cerca del 30% de los “unicornios” fundados en Europa -startups que llegaron a estar valoradas en más de 1.000 millones de dólares- trasladaron sus sedes al extranjero, y la gran mayoría a Estados Unidos
Con el mundo en la cúspide de una revolución de la IA, Europa no puede permitirse el lujo de quedarse atrapada en las “tecnologías e industrias intermedias” del siglo pasado. “Debemos liberar nuestro potencial innovador.” Esto será clave no solo para liderar las nuevas tecnologías, sino también para integrar la IA en nuestras industrias existentes para que puedan mantenerse a la vanguardia. Una parte central de esta agenda será dotar a los europeos de las capacidades que necesitan para beneficiarse de las nuevas tecnologías, de modo que la tecnología y la inclusión social vayan de la mano. Si bien Europa debería aspirar a igualar a los Estados Unidos en términos de innovación, deberíamos aspirar a superar a los Estados Unidos en la oferta de oportunidades para la educación y el aprendizaje de adultos, así como buenos empleos para todos a lo largo de sus vidas.
Plan conjunto de descarbonización y competitividad
El segundo ámbito de actuación que describe este pormenorizado análisis es un plan conjunto de descarbonización y competitividad. Si los ambiciosos objetivos climáticos de Europa van acompañados de un plan coherente para alcanzarlos, la descarbonización será una oportunidad para Europa. Pero si no coordinamos nuestras políticas, se corre el riesgo de que la descarbonización vaya en contra de la competitividad y el crecimiento. A pesar de que los precios de la energía han caído considerablemente desde sus máximos, las empresas de la UE todavía se enfrentan a precios de la electricidad que son 2-3 veces superiores a los de los Estados Unidos. Esta diferencia de precios se debe principalmente a la falta de recursos naturales en Europa, pero también a problemas fundamentales de nuestro mercado común de la energía. Las reglas del mercado impiden que las industrias y los hogares capturen todos los beneficios de la energía limpia en sus facturas. Los altos impuestos y rentas capturados por los operadores financieros elevan los costos de la energía para nuestra economía. A medio plazo, la descarbonización ayudará a cambiar la generación de energía hacia fuentes de energía limpia seguras y de bajo coste. Pero los combustibles fósiles seguirán desempeñando un papel central en los precios de la energía, al menos durante lo que queda de esta década. Sin un plan para transferir los beneficios de la descarbonización a los usuarios finales, los precios de la energía seguirán pesando sobre el crecimiento.
El impulso mundial de la descarbonización es también una oportunidad de crecimiento para la industria de la UE. La UE es líder mundial en tecnologías limpias como turbinas eólicas, electrolizadores y combustibles con bajas emisiones de carbono, y más de una quinta parte de las tecnologías limpias y sostenibles del mundo se desarrollan aquí. Sin embargo, no está garantizado que Europa aproveche esta oportunidad. La competencia china se está agudizando en industrias como la tecnología limpia y los vehículos eléctricos, impulsada por una poderosa combinación de política industrial masiva y subsidios, innovación rápida, control de materias primas y capacidad para producir a escala continental. La UE se enfrenta a una posible disyuntiva. La creciente dependencia de China puede ofrecer la ruta más barata y eficiente para cumplir nuestros objetivos de descarbonización. Pero la competencia patrocinada por el Estado chino también representa una amenaza para nuestras productivas industrias de tecnología limpia y automotriz. La descarbonización debe ocurrir por el bien de nuestro planeta. Pero para que también se convierta en una fuente de crecimiento para Europa, necesitaremos un plan conjunto que abarque las industrias que producen energía y las que la permiten, como las tecnologías limpias y la automoción.
Aumento de la seguridad y reducción de dependencias
El tercer ámbito de actuación es el aumento de la seguridad y la reducción de las dependencias. La seguridad es una condición previa para el crecimiento sostenible. El aumento de los riesgos geopolíticos puede aumentar la incertidumbre y frenar la inversión, mientras que las grandes perturbaciones geopolíticas o las interrupciones repentinas del comercio pueden ser extremadamente perturbadoras.
A medida que se desvanece la era de la estabilidad geopolítica, aumenta el riesgo de que el aumento de la inseguridad se convierta en una amenaza para el crecimiento y la libertad. Europa está particularmente expuesta.
Dependemos de un puñado de proveedores de materias primas críticas, especialmente China, incluso cuando la demanda mundial de esos materiales se está disparando debido a la transición a la energía limpia.
Dependemos en gran medida de las importaciones de tecnología digital
También dependemos en gran medida de las importaciones de tecnología digital. Para la producción de chips, el 75-90% de la capacidad mundial de fabricación de obleas se encuentra en Asia. Estas dependencias suelen ser bidireccionales -por ejemplo, China depende de la UE para absorber su exceso de capacidad industrial-, pero otras economías importantes, como Estados Unidos, están intentando activamente desvincularse.
Si la UE no actúa, corremos el riesgo de ser vulnerables a la coerción. En este contexto, necesitaremos una verdadera “política económica exterior” de la UE para conservar nuestra libertad, lo que se denomina arte de gobernar. La UE tendrá que coordinar acuerdos comerciales preferenciales y la inversión directa con países ricos en recursos, acumular reservas en determinadas zonas críticas y crear asociaciones industriales para asegurar la cadena de suministro de tecnologías clave.
“Solo juntos podemos crear el apalancamiento de mercado necesario para hacer todo esto”. La paz es el primer y principal objetivo de Europa. Pero las amenazas a la seguridad física están aumentando y debemos prepararnos. La UE es, en conjunto, el segundo mayor gastador militar del mundo, pero eso no se refleja en la fortaleza de nuestra capacidad industrial de defensa. La industria de la defensa está demasiado fragmentada, lo que dificulta su capacidad para producir a gran escala, y adolece de una falta de estandarización e interoperabilidad de los equipos, lo que debilita la capacidad de Europa para actuar como una potencia cohesiva.
Sobre estas conclusiones, Jenny Lindqvist, vicepresidenta senior y responsable de Ericsson en Europa y Latinoamérica, ha indicado: “Como empresa tecnológica europea líder a nivel mundial, queremos ver una Europa competitiva en la era digital, pero eso sólo se hará realidad si contamos con un mercado de telecomunicaciones sostenible que fomente la inversión en infraestructuras de comunicaciones avanzadas. El informe Draghi es una oportuna llamada a la acción, que pone de manifiesto los desafíos a los que se enfrenta Europa y el papel fundamental que desempeñará la conectividad para abordar su brecha de competitividad, como facilitadora de la innovación y de tecnologías exponenciales como la IA. El informe subraya acertadamente la necesidad de facilitar la consolidación en el sector de las telecomunicaciones y la armonización de las mejores prácticas en materia de precios del espectro en toda la UE. Ambos son factores clave para lograr un verdadero mercado único de las telecomunicaciones e incentivar el despliegue de infraestructuras con el fin de cerrar la brecha de productividad. Ahora es el momento de actuar para atajar los problemas estructurales del mercado europeo de las telecomunicaciones y situar el liderazgo tecnológico a la cabeza de la agenda europea”, concluye la directiva.