Tras un viaje de diez años y 6.550 millones de kilómetros por el sistema solar, uno de los puntos más críticos de la misión Rosetta, que consistía en el desprendimiento de la sonda Philae y su posterior aterrizaje en el cometa 67P /Churyumov-Gerasimenko, ha tenido un final feliz.
Ayer por la tarde se confirmaba la instalación del robot sobre el cuerpo celeste y ya mandaba las primeras imágenes. Eso sí, no todo ha sido perfecto. Al parecer hay dos arpones que no han conseguido anclarse al terreno y el módulo se mantiene únicamente con los tornillos.
La sonda de la Agencia Espacial Europea (ESA) tendrá contacto con la nave durante doce horas al díapero sólo podrá enviar información en los próximos tres meses, cuando el cometa esté en el punto de su trayectoria más cercano al Sol, en agosto del 2015. Después se anticipa que bajo el efecto del polvo y las proyecciones deje de escrutar los secretos del cuerpo celeste y se dé por finalizada la misión.
En este proyecto europeo han participado científicos, ingenieros y representantes de empresas e instituciones españolas.