Los actuales chips de silicio alcanzarán su máxima capacidad en quince años. La fecha tope se cierne sobre el 2015 o 2020, debido a que la técnica utilizada para grabarlos depende de la longitud de onda de la luz que imprime la información sobre las placas fotosensibles y, actualmente, se está llegando al límite de grabación sobre dichas placas.
De momento ya hay algunas ideas que despuntan como prometedoras y la característica común a todas ellas es que tienden a la miniaturización. Los grandes gurús de la física y la informática ya lanzan las primeras frases reveladoras que nos anuncian el comienzo de la era postchip. Para ser precisos el primero fue el físico estadounidense Richard Feynman, que cuenta en su curriculum con un Premio Nobel, quien afirmó que Hay mucho campo allá abajo, frase que los visionarios de la ciencia han interpretado como un camino a seguir crear un nuevo elemento más pequeño y con mayor capacidad.
Las promesas que pueden destronar al chip son tres el nanómetro, el
En la universidad californiana de Los Angeles (UCLA), el químico James Heath y su equipo investigaron en esta línea y dieron a conocer un importante avance sobre lo que han llamado computador molecular, una estructura que ocupa 100 billones de veces menos energía que los actuales chips de silicio.
Aseguran que un ordenador con estos componentes podría procesar una enorme cantidad de información en espacios pequeñísimos, algo así como la capacidad de 100 ordenadores modernos almacenada en uno solo del tamaño de un grano de arena.
El segundo candidato es el biochip basado, ni más ni menos, que en la sustitución de los chips de silicio por moléculas orgánicas o células vivas, creando cadenas genéticas que contienen información de los organismos vivos. Esto supondría romper la barrera física que amenaza con detener el crecimiento de las computadoras, al tiempo que abriría la posibilidad de crear una verdadera inteligencia artificial, bien mediante híbridos de silicio y moléculas vivas o incluso células neuronales conectadas a pastillas de silicio.
Apoyándose en esta técnica, científicos de los Laboratorios Bell, la división de investigación y desarrollo de Lucent Technologies y de la universidad de Oxford han creado los primeros motores de ADN. Los dispositivos, que parecen pinzas motorizadas, son 100.000 veces más pequeños que la cabeza de una chincheta, y las técnicas empleadas para crearlos pueden desembocar en la creación de ordenadores 1.000 veces más potentes que los equipos actuales.
El tercer aspirante al trono es el qubit o quantum bit, al que podríamos denominar chip cuántico ya que se basa en la física cuántica. Llevado a su máxima expresión supone que la partícula se puede preparar en cualquiera de los infinitos estados que van del 0 al 1, con lo cual el qubit gozaría de una capacidad potencial de información desmesurada.
En este terreno, una de las investigaciones más conocidas es la de Peter Shor, de los Laboratorios Bell, que ha creado un algoritmo teóricamente implementable en un ordenador cuántico. Utilizando la superposición de estados posibilita a los qubits trabajar masivamente en paralelo.
Parece que los tres aspirantes están sobradamente cualificados para ocupar el puesto que detenta el chip, quedan algunos flecos que perfilar, pero todavía contamos con veinte años por delante y ¿quién sabe? tal vez aparezcan nuevas alternativas todavía más pequeñas y poderosas.