Amnistía Internacional, un movimiento global de más de 7 millones de socios, es un referente mundial en la lucha por los derechos humanos. Inicialmente, la organización estableció su sede en Londres. Con el paso de los años, esta sede (conocida como Secretariado Internacional) fue creciendo a medida que se ampliaba su impacto global y el número de personas a las que podían llegar aumentaba exponencialmente. En consecuencia, la organización descentralizó su sede en 2013, pasando de una gran sede de Londres a unas oficinas regionales repartidas por todo el mundo. El Secretariado Internacional opera desde ciudades de Asia-Pacífico, África, Europa Central y Oriental, América Latina y Oriente Medio. Consecuentemente, se enfrentó a la tarea de llevar a cabo operaciones desde oficinas repartidas por todo el mundo y, al mismo tiempo, funcionar como una entidad unificada.
Al estar especialmente orientada a las personas, el reto al que se enfrentaba era un lugar de trabajo muy dependiente de las interacciones interpersonales, en todos sus centros. En Amnistía, la comunicación, la colaboración y la conectividad están en el centro de todas las actividades, desde la consecución de sus objetivos hasta el buen funcionamiento diario. La organización fomenta una cultura de muchas reuniones, lo cual es una tarea difícil para un equipo global que se conecta a distancia desde 19 oficinas.
Al ser una organización sin ánimo de lucro, las restricciones presupuestarias son siempre una preocupación. Cualquier ahorro de costes, como el de los viajes profesionales, se reinvierte en la obtención de resultados en materia de derechos humanos. Era prioritario encontrar una solución de videoconferencia que permitiera al equipo colaborar y comunicarse a menudo, reduciendo al mismo tiempo la necesidad de viajar con cierta frecuencia. La fiabilidad, la facilidad de uso y la conectividad en lugares remotos eran algunas de las funciones clave que el organismo necesitaba, además de la operatividad entre plataformas.
“Teníamos numerosos problemas con nuestra solución heredada, como un soporte técnico poco fiable y graves problemas de conectividad, especialmente en regiones remotas. Cuando reorganizamos las operaciones por primera vez, probamos otra solución de videoconferencia durante unos 2-3 años, llamada Acano (esto fue antes de que fuera adquirida por Cisco)”, indica Sacha Draper, responsable de Comunicaciones Internas y Compromiso de las Personas de Amnistía Internacional. “Entonces decidimos probar Skype for Business, y en el proceso de probar otros proveedores durante un año, nos dimos cuenta de que necesitábamos una plataforma que permitiera a los usuarios de Skype conectarse también con los de otras plataformas, lo que se convirtió en un factor clave en nuestra elección de proveedor”.
El equipo de Amnistía Internacional consultó a un colaborador tecnológico externo para encontrar una solución adecuada a sus necesidades. Lo que obtuvieron fue la recomendación de implementar Pexip: una infraestructura de videoconferencia que podía soportar sin problemas un equipo de trabajo global.
Antes de desplegarla en toda la organización, se realizó una prueba de un mes de duración. La facilidad de uso y una calidad impresionante fueron los comentarios más destacados de los usuarios durante la fase de formación en toda la organización: claramente, fue un éxito rotundo. Rápidamente se hizo evidente que el único retraso real a la hora de su implementación era la necesidad de conocer su funcionamiento y adaptarse a los requisitos de hardware imprescindibles. Una vez hecho esto, Pexip estaba listo para su despliegue.
Beneficios de la implantación
La incorporación de la solución de videoconferencia en los procesos de la organización también ha supuesto varios beneficios, desde la reducción de los costes de viaje y de la huella de carbono, una mejor conectividad y una comunicación eficiente, además del primordial de la seguridad de los datos.
“Además, ayuda el hecho de que no tengan data centers en lugares donde no queremos guardar nuestra información”, continúa Draper. Los puntos de presencia de servicio de Pexip (PoP) son centros de datos dedicados gestionados por instalaciones líderes en la industria con múltiples capas de seguridad. Estas capas van desde la seguridad humana y del personal hasta el cumplimiento de normas relevantes como SOC2, SSAE16 e ISO 27001.
La solución ofrece una completa interoperabilidad, siendo compatible con los sistemas de Polycom, lo que permite crear salas de reuniones virtuales. Esto facilita que los colaboradores externos, incluidos los que están acostumbrados a la plataforma de colaboración de Amnistía, basada en la interfaz de Skype for Business, continúen su conversación sin apenas tener que volver a formarse.
“Pexip nos facilitó además una interoperabilidad perfecta con Skype for Business (S4B), que formaba parte de nuestra plataforma de colaboración, lo que permitió a la mayoría de los usuarios seguir disfrutando de la interfaz S4B sin necesidad de volver a formarse”, señala Draper. “Reuniones de personal, comunicaciones internas, formación, anuncios, eventos, gestión de crisis, cumpleaños, grandes reuniones, asambleas globales: lo hacemos todo gracias a Pexip. Gracias a esta solución, seguimos conectados en cada una de las emociones que compartimos y en cada uno de los esfuerzos que emprendemos”.
“En Pexip nos sentimos orgullosos de ayudar a Amnistía Internacional a simplificar sus comunicaciones internas, asegurando que sus colaboradores estén conectados desde cualquier lugar del mundo, cualquiera que sea el dispositivo que utilicen, y a mantener la confidencialidad de sus conversaciones y la privacidad de sus datos”, comenta por su parte Valentín Martín, de Pexip España.
La interoperabilidad es el principio que permite que las tecnologías y plataformas de videoconferencia propias se integren y funcionen sin problemas entre sí. La interoperabilidad es el núcleo de la oferta de productos de la compañía, que permite a las empresas cambiar sin dificultad entre las soluciones de videoconferencia. Esta forma de superar las diferencias tecnológicas permite a organizaciones como Amnistía Internacional funcionar como espacios de trabajo verdaderamente modernos.