Desde nuestra órbita de individuos-clientes-usuarios finales, la convergencia supondrá la confluencia de nuestros diferentes ámbitos de actuación, el familiar, el social, el laboral, el lúdico… en un solo entorno en el que se fundirán nuestros hábitos de uso de la comunicación. Ya es una realidad, que se acentuará en los próximos años, el mestizaje de pantallas, es decir, la utilización de cualquier pantalla llámese televisión, ordenador o teléfono móvil – en usos “tradicionalmente” asociados a otros entornos: utilizamos la televisión como una pantalla interactiva en la que elegimos el contenido para ver como y cuando queremos, o como plataforma para gestionar nuestras compras, y cada vez lo haremos más como soporte para intercambiar o publicar nuestros propios contenidos con comportamientos parecidos a los actuales blogs y a las plataformas de compartición pública en red de contenidos audiovisuales, o como un gestor de nuestras comunicaciones para establecer videoconferencias, intercambiar mensajes multimedia y chatear. Ya utilizamos el terminal móvil para acceder al correo electrónico, navegar por la red y establecer videoconferencias, pero también lo vamos a utilizar para ver y programar la televisión, crear y compartir contenido, y participar de una nueva forma contributiva en la televisión. Y utilizamos ya desde hace tiempo el ordenador como una ventana al mundo de la información, de la gestión de nuestras compras, de nuestro ocio o de nuestras comunicaciones independientemente del tipo de información que andamos buscando (texto, imagen, audio, vídeo) o de la “pantalla” (grande o pequeña, fija o móvil) que utilice nuestro interlocutor.
Paralelamente queremos tener la posibilidad de intercambiar todo tipo de contenidos, en cualquier soporte y cuanto más mejor: más canales de televisión, más música, más videos… y que la red “aprenda” de nuestros hábitos de consumo y sea capaz de ofrecernos contenidos selectivos de acuerdo a nuestros gustos.
Para los proveedores de servicio, la convergencia significa poder hacer realidad todo esto (los deseos de sus clientes) con redes capaces de ese intercambio y compatibilidad universal, y con nuevas estrategias de negocio en las que la convergencia se verá también reflejada en su oferta de servicios.
Pero aunque los usuarios finales normalmente sólo somos conscientes o estamos dispuestos a pagar por el acceso, las aplicaciones y las prestaciones de los servicios de comunicación demandados; el resto de la cadena, sin embargo, es básica y exige una transformación. Las redes y plataformas de servicios deben alcanzar cinco retos tecnológicos, motores de este futuro inminente y en algunos casos ya presente: un acceso en banda ancha, convergente y todo IP con tecnologías de fibra GPON o celulares Femto que ofrecerá velocidades de 10 Gb/s ó 100 Mb/s, respectivamente; una agregación de servicios, no meramente de paquetes, capaz de analizar contenidos, de gestionar prioridades, escalable, inteligente, y que llegue a los 100 Gb/s por puerto; un núcleo fotónico, con conmutación de longitudes de onda, multiplexación y sintonización óptica, que llegue a los 100 Gb/s por longitud de onda y con seguridad basada en redes malladas orientadas a la transmisión (T-MPLS); una plataforma convergente que proporcione servicios combinados, no sólo yuxtapuestos, aprovechando todas las posibilidades IMS y basada en entornos de creación, servidores y habilitadores que proporcionarán flexibilidad, escalabilidad, calidad y seguridad; y, por último, una gestión integrada de la red y de todos sus elementos, del servicio y de sus usuarios, orientada al servicio, no a la red, con ejecución distribuida y con automatización plug and play.