Autor: José Manuel Huidobro, Ingeniero de Telecomunicación
Elegir fibra o apostar por LTE, he ahí una de las cuestiones actuales que preocupan a las operadoras. Tanto la fibra como la radio ofrecen velocidades de acceso más que suficientes, pudiendo llegar hasta 1 Gbps, para soportar los nuevos servicios de banda ancha que se están desarrollando, relacionados muchos de ellos con el vídeo y la televisión de alta definición, ya que para otro tipo de aplicaciones no se requieren velocidades tan elevadas. Así pues, apostar por una u otra tecnología dependerá de otros factores más allá de lo puramente tecnológico, ya que ambas tienen muchas similitudes, aunque también algunas particularidades.
Básicamente, las tecnologías de radio permiten un despliegue muy rápido y adaptar la inversión al ritmo de crecimiento de usuarios, que se pueden encontrar en cualquier punto dentro del área de cobertura, mientras que las de cable son mucho más lentas, dado que requieren de una importante obra civil y no aportan flexibilidad para acomodarse a la evolución de los usuarios, ya que los puntos de acceso son fijos. Por su parte, la fibra óptica ofrece una capacidad casi ilimitada, pudiendo dar servicio a miles de usuarios en la misma zona, mientras que la radio se ve limitada por la capacidad de ancho de banda, es decir por el espectro disponible, además de que al transmitir los datos por el medio “aire”, está sujeta a interferencias, algo que no se da en el cable (fibra).
La legislación también tiene una influencia muy importante en el despliegue de una u otra tecnología y, así, mientras que para las redes de radio se requiere disponer de una licencia y espectro suficiente en una de las bandas habituales: 800, 900 y 1800 MHz, o 2,1 y 2,6 GHz, para las de fibra, los condicionantes son mucho menores, y casi el único factor limitante es la capacidad de inversión de cada uno, que ha de ser bastante elevada.
Competencia entre FTTx y LTE
Analizando la competencia entre FTTx y LTE, hay que considerar cuatro aspectos fundamentales: inversión necesaria, disponibilidad de frecuencias, regulación y hábitos de los usuarios, con independencia de sus características técnicas.
En España ha sido Telefónica el primer operador en invertir en la creación de su propia red de fibra óptica, para dar servicios de banda ancha a velocidades de hasta 50 o 100 Mbps, con la obligación de ofrecer un servicio mayorista por debajo de los 30 Mbps. En la actualidad, para extender este servicio y reducir costes, en octubre del año pasado, Telefónica y Jazztel firmaron un acuerdo en el ámbito del acceso a las llamadas infraestructuras verticales en edificios para el despliegue conjunto de redes de fibra óptica hasta el hogar (FTTH). El alcance del acuerdo se ciñe a la construcción de redes FTTH en 3 millones de unidades inmobiliarias (domicilios y empresas) para 2015 y consistirá en la construcción de redes nuevas y en el acceso a infraestructuras de fibra ya existentes. De esa cifra, cerca de 1,5 millones corresponden a la infraestructura ya pasada por Telefónica en los principales núcleos urbanos, básicamente en Madrid y Barcelona, mientras que la otra mitad será el despliegue de nueva fibra de Jazztel en las principales ciudades españolas. Telefónica invirtió el pasado año 300 millones de euros en su red de fibra y lleva una inversión acumulada para construir esta red de 700 millones, por lo que quiere empezar ya a rentabilizarla.
Por otra parte, Vodafone y Orange, que han pedido acceder a la red de fibra de Telefónica pero al no tener ésta obligación de cederla, en marzo de este año han firmado también un acuerdo de inversión conjunta, por un importe de 1.000 millones de euros para el despliegue de su propia red de fibra, con la intención de llegar hasta 6 millones de hogares y oficinas en 50 ciudades españolas para el año 2017. No obstante, este despliegue dependerá del mercado y de que cambie la regulación para que puedan compartir parte de las redes de Telefónica. En ambos casos, la co-inversión aporta eficiencia y velocidad y aprovecha las sinergias que se crean para competir con los operadores de cable.
En cuanto a los servicios, hay una diferencia clara, propia de cada tecnología y, así, mientras que las redes de fibra requieren de un punto de acceso fijo, en las de radio los usuarios disponen de movilidad. Evidentemente, dependerá de las necesidades de cada uno la elección de una u otra red, aunque también podría ser posible la combinación de ambas, lo que no es incompatible y, dada día más, los usuarios reclaman más servicios integrados, del tipo Dual, Triple o Quad Play.
En otros países de Europa los operadores se enfrentan a una situación similar a la de España, aunque el momento es diferente y, así, mientras que, por ejemplo, en Alemania el despliegue de redes 4G (LTE) ya lleva cierto tiempo (desde 2010), aprovechando la disponibilidad del Dividendo Digital (banda de 800 MHz), sobre todo para extender el servicio de banda ancha a las zonas rurales por imperativo legal, el operador incumbente, Deutsche Telekom, tiene un ambicioso plan de despliegue de tecnologías híbridas FTTH + LTE, con tecnología vectoring (VDSL2). Otros operadores, como Vodafone y Telefónica O2, se enfocan más en las redes móviles, ya que no son capaces de acometer las inversiones necesarias pare desplegar una red fija a nivel nacional. En el Reino Unido, la subasta de frecuencias para 4G es muy reciente, y todos los operadores, excepto EE, que ha empezado a ofrecer servicios de 4G utilizando las frecuencias de 1800 MHz disponibles, están en fase de despliegue de sus propias redes 4G. En Italia existen, además de Telecom Italia, otros operadores, como Fastweeb y Metroweb, que están desplegando fibra en las ciudades más importantes del país. En España aún tardaremos unos meses (puede que hasta un año o más) en tener disponibles las frecuencias correspondientes al Dividendo Digital. Telefónica espera a ello para el despliegue comercial de LTE, aunque posiblemente se adelante mediante acuerdo con un tercero que disponga de frecuencias en la banda de 1.800 MHz, mientras que Vodafone ya lo ha lanzado utilizando las frecuencias de 1.800 MHz y 2,6 GHz, y tanto Orange como Yoigo en el mes de julio ofrecerán servicios 4G en las principales ciudades utilizando las frecuencias de las que ya disponen.
En cuanto a los hábitos de los usuarios o, digamos, las necesidades del mercado, cabría considerar varios factores. Por una parte, si nos enfocamos en las redes móviles, ya existen las redes de 3G (UMTS y HSPA), y no está claro el factor diferencial de las de 4G, que, aunque ofrecen una mayor velocidad y menor latencia, puede que no sea suficiente para que los usuarios migren de una a otra tecnología, más si no hay aún terminales disponibles y se carga un sobreprecio. Además, cada día hay más accesos Wi-Fi disponibles, que, en muchos casos, son suficientes para la comunicación. Como siempre, hay que encontrar la killer application, que será una que requiera un gran ancho de banda para trabajar en tiempo real y alta calidad de servicio, que pudiera ser el vídeo en tiempo real.
Si pensamos en las redes de fibra, para el usuario residencial, si su precio es competitivo, puede ser una buena opción siempre y cuando se facilite el despliegue de las adecuadas infraestructuras en los edificios (ICT) para un acceso universal, mientas que para el empresarial puede ser una necesidad, aunque en este último caso el mercado es mucho más reducido. Ahora bien, conviene distinguir entre lo que es FTTH (fibra hasta el hogar) y otras modalidades de despliegue de fibra (FTTB, FTTC, etcétera) porque llevar la fibra masivamente hasta los hogares es muy costoso, mientras que hacerlo hasta el edificio y desde ahí con otras soluciones tipo DSL, es más fácil y mas económico. En los entornos rurales, es improbable que llegue FTTH, dados su alto coste, con lo que la difusión de la banda ancha seguramente se haga mediante despliegues de LTE, como ya está sucediendo en Alemania.
A pesar de los esfuerzos de los operadores por desplegar las nuevas redes de fibra óptica, la necesidad de este tipo de conexiones no existe por el momento. Así lo asegura el estudio “Need for Speed: Cómo mantener el ancho de banda que necesita el usuario” realizado por Telecompaper y XS Insight, que investigan hasta qué punto cubrirán los accesos de nueva generación la demanda de los usuarios hasta 2016. La tecnología ADSL como la basada en el estándar Docsis (empleada en España por los operadores de cable Ono, Euskaltel, R y Telecable) será más que suficiente para satisfacer a la mayoría de los usuarios durante los próximos años. Dicha conclusión se refuerza si comparamos la demanda actual de conexiones FTTH (menos de medio millón) o de alta velocidad con otra tecnologías (un total de 11 millones). En este punto España es un buen ejemplo para comprobar cómo muchos usuarios optan por las conexiones tradicionales, de peor calidad pero de menor coste y suficientes para el uso que hacen de ellas.
En todo caso, la oferta comercial, como por ejemplo, la “Movistar Fusión”, marcará el éxito o el fracaso, ya que los usuarios, con la crisis, se han vuelto muy exigentes y demandan soluciones integradas adaptadas a sus necesidades y presupuesto. La competencia entre operadores es un estímulo para el desarrollo del mercado, pero también, al reducirse los márgenes, las dificultades de inversión se acrecientan. El regulador ha de cuidar de que exista un adecuado balance entre competencia de mercado e inversiones en red propia, de cara a beneficiar a los usuarios y hacer sostenible el sistema. En general, lo reguladores apoyan la creación de redes de nueva generación (NGAN), ya que en ellas está el futuro de la banda ancha y el desarrollo de las telecomunicaciones.
Retos que plantean las redes 4G
Dejando de lado la fibra, una tecnología suficientemente madura, veamos los principales retos a los que se enfrenta LTE, una tecnología aún en desarrollo. Las tecnologías móviles de banda ancha han alcanzado una tasa de adopción muy rápida y ahora constituyen el 25% del total de las conexiones globales, frente a alrededor del 3% cuando WCDMA HSPA fue lanzado en el año 2005. HSPA, que constituye la gran mayoría de las conexiones de banda ancha móvil, es la tecnología inalámbrica de más rápido crecimiento de la historia con una tasa de adopción en sus primeros seis años unas diez veces mayor que la asimilación de los teléfonos móviles GSM cuando se introdujeron por primera vez en a principios de la década de los noventa.
Para continuar con esta creciente demanda, los operadores de redes en todo el mundo están considerando desplegar, además de las de 3G (UMTS), redes 4G Long Term Evolution (LTE), que es el principal candidato mundial. Sin embargo, la comercialización masiva de LTE revela muchos problemas no triviales que todavía hay que superar para el correcto despliegue de la red, y más importante, para la adopción amplia por parte de los consumidores, como veremos a continuación. LTE es la cuarta generación de tecnología de red móvil. Su ancho de banda, latencia y capacidad ofrece la promesa de que la conectividad de red ya no será un obstáculo para disfrutar de los beneficios de aplicaciones móviles de alto rendimiento.
Comparando LTE con 3G, permite que más aplicaciones sean realmente móviles. Proporciona más rápido el intercambio de archivos de gran tamaño, permite el streaming de vídeo y mejorar el rendimiento de latencia de aplicaciones en tiempo real. En comparación con Wi-Fi, LTE ofrece movilidad completa y proporciona conectividad segura a velocidades de banda ancha real.
En general, la tendencia es hacia las redes convergentes (FMC/Fixed Mobile Convergence) para aprovechar las sinergias entre ellas, aumentar la lealtad de los usuarios y conseguir unos mayores ingresos, con independencia de la tecnología utilizada, ya sea de cable o de radio, todo ello favorecido por una regulación estable que garantice el retorno de la inversión realizada. Sin duda, coexistirán ambas redes, las de fibra y las de radio, y las condiciones de mercado marcarán el grado de aceptación de cada una u hasta dónde llegue el solapamiento.