Artículo escrito por Jesús Peces Sanclemente, periodista y consultor de comunicación
El Espacio Fundación Telefónica ha acogido este mes de enero una exposición para conmemorar el centenario del nacimiento de la actriz e ingeniera Hedy Lamarr, cuya peripecia vital hace cierto el dicho de que la realidad supera a la ficción y, en este caso, al mejor guión del género de espionaje.
La protagonista de Sanson y Dalila (1949) nació en Viena en 1914 en el seno de una familia judía y comenzó su carrera cinematográfica en los años 30. Su belleza atrajo la atención de directores de la época como Max Reinhardt o Gustav Machatý, a cuyas órdenes rodó Extasis (1933), película que incluye escenas en las que aparece corriendo desnuda por los bosques o experimentando orgasmos. Este último trabajo no agradó demasiado a su marido, el fabricante de armas Friedrich Mandl, que no creía en eso de la magia del cine y las escenas le parecieron demasiado creíbles.
Mujer polifacética y de carácter decidido, compaginó su formación en música, danza e idiomas con estudios de ingeniería. Gracias a su matrimonio con Mandl, mantuvo contacto durante la década de los 30 con numerosos fabricantes de armas de toda Europa, lo que le permitió tener conocimiento de primera mano de los avances tecnológicos que se estaban implementando en los sistemas de armamento de la época.
El “Sistema Secreto de Comunicaciones” o como teledirigir torpedos con rollos de pianola
Después de protagonizar una rocambolesca huida de su celoso y tiránico marido, se exilia a Estados Unidos, donde conoce a su segundo marido, George Antheil, compositor y pianista. Es el año 1938, Alemania se ha anexionado Austria y la amenaza de guerra se cierne sobre Europa. Lamarr y Antheil deciden colaborar con su nuevo país de acogida desarrollando un sistema que permita dirigir torpedos por control remoto mediante ondas de radio.
Los torpedos que se utilizaban hasta entonces, lanzados desde barcos o submarinos, seguían una trayectoria rectilínea. Había que situarse en línea recta con el objetivo y calcular la trayectoria, incluyendo el tiempo que tarda el torpedo en alcanzarlo y el desplazamiento de aquél, que normalmente trata por todos los medios de esquivar el pepino.
La solución es instalar un sistema de radio que permita rectificar sobre la marcha la trayectoria del torpedo mediante control remoto, pero es necesario incorporar un mecanismo que evite las interferencias de otros equipos de radio (no sea que vaya a darse la vuelta) o lo que es peor, que el enemigo pueda hacerse con el control del proyectil interceptando la comunicación.
Lamarr y su esposo idean un sistema de radio que en lugar de utilizar una única frecuencia utiliza un rango de varias frecuencias muy próximas entre sí. La emisora utiliza cada una de esas frecuencias por un período de tiempo muy corto y va saltando de una a otra siguiendo un patrón preestablecido. Imposible de interceptar a menos que se disponga del patrón de salto.
Problema técnico: emisor y receptor deben compartir el patrón de saltos de frecuencia y estar perfectamente sincronizados. La solución que propusieron se basaba en unos rollos de papel perforado en los que estaba escrito el código, similares a los que utilizaban las antiguas pianolas para interpretar piezas de música: un rodillo hace girar el rollo, que pasa por un mecanismo de palancas que se activan al encontrar una perforación en el papel, y pulsan la tecla correspondiente.
Lamarr y Antheil consiguen la patente para su invento en 1942 y se la ofrecen al gobierno norteamericano. Pero el Departamento de Defensa no le pilla el punto al tema de la pianola y en lugar de ello considera que la actriz puede colaborar en el esfuerzo de guerra de una forma más eficaz: aprovechar su popularidad y atractivo para fomentar la venta de bonos de guerra (promoción: un besito de la Lamarr por cada compra superior a 50.000 dólares estadounidenses en bonos).
FHSS: desde modelismo RC a comunicaciones Wi-Fi
Aunque rechazada en un principio por las autoridades de guerra, la idea no cayó en saco roto. Fue desempolvada en los años 50 y aplicada a usos militares a partir de los años 60. A partir de esta idea se ha desarrollado la técnica actual denominada Espectro Ensanchado por Salto de Frecuencia (FHSS, Frequency-Hopping Spread Spectrum).
FHSS es una técnica de modulación que utiliza un número determinado de señales portadoras de diferente frecuencia que son moduladas a partir de la señal a transmitir. El sistema utiliza cada una de estas frecuencias para emitir durante un periodo de tiempo muy breve (milisegundos) y salta a la siguiente. El patrón de salto solo lo conocen el emisor y el receptor, y es generado aleatoriamente a partir de unas tablas de códigos.
Las ventajas de este sistema frente al uso de una única frecuencia son múltiples: mayor resistencia al ruido y a las interferencias, seguridad y posibilidad de compartir el espectro entre varios usuarios, ya que aquellos receptores que no dispongan del patrón de salto interpretan la transmisión de los demás como ruido.
Esta técnica de modulación se ha utilizado en múltiples aplicaciones, desde sistemas de radiocontrol y modelismo (coches y aviones) hasta las telecomunicaciones, siendo una de las técnicas básicas en sistemas Wi-Fi, Bluetooth, de telefonía móvil o GPS.