Con pocos días de diferencia se han presentado distintos informes, cuya característica común es la de tratar de proporcionar una imagen lo más certera posible sobre la situación de las Tecnologías de la Información en nuestro país.
Así y por sólo citar un ejemplo, según pone de manifiesto el estudio anual de Sedisi y el ministerio de Ciencia y Tecnología, las empresas de TI facturaron en España un 18,2 por ciento más que en el año anterior y sumaron 2,5 billones de pesetas (15.427 millones de euros), cifras que no parecen una mala carta de presentación para un sector que ha sido capaz de mantener una sólida línea ascendente durante los últimos años y generar empleo de calidad y en cantidad.
La otra cara de la moneda se refleja en datos tan preocupantes como los citados por el presidente de Sedisi en el acto de clausura de la última Asamblea de la Asociación, al referirse al desfase existente entre los indicadores españoles y los de los países de la Unión Europea y Estados Unidos, en ningún caso inferior a 20 puntos y con un pico máximo de 60 cuando se compara con el mercado estadounidense, lo que redunda negativamente en nuestra competitividad.
Urge a todas luces atajar la cuestión y adoptar las medidas necesarias para que, a imagen y semejanza del esfuerzo que este país realizó para conseguir la convergencia económica, el Ejecutivo adopte la tarea de la convergencia tecnológica como prioridad en su labor de gobierno, planificando, liderando y dotando de recursos a las iniciativas en las que, necesariamente, tiene que ser capaz de embarcar al tejido social y empresarial.
Todo parece indicar, a juzgar por las reiteradas manifestaciones de la ministra de Ciencia y Tecnología, Anna Birulés, que el Gobierno contempla con gran sensibilidad la cuestión. Esperemos que, en esta ocasión, el Ejecutivo sepa dar el paso adelante y aproveche la ocasión de oro que le proporcionará su próxima presidencia europea para demostrar el puesto que las TI ocupan entre sus prioridades.
