Las redes Wi-Fi tienen su base de definición en el uso de frecuencias de comunicaciones que van desde los 2,4 GHz hasta los 5-6 GHz.
Las comunicaciones Wi-Fi se desarrollan en el espectro de las ondas de radio. Han evolucionado a partir de lo que conocemos como Wi-Fi 4, pasando por múltiples especificaciones que han mejorado sus configuraciones y servicios: Wi-Fi 802.11n para Wi-Fi 4, Wi-Fi 802.11ac con Wi-Fi 5 y Wi-Fi 802.11ax con Wi-Fi 6.
En torno a estas especificaciones el mercado ha desarrollado un conjunto numeroso de dispositivos que, utilizando canales de 20, 40, 80 o 160 MHz, son capaces de proporcionar servicios con anchos de banda que pueden alcanzar los 3,4 Gbps en Wi-Fi 5, 10 Gbps con Wi-Fi 6 y hasta 46 Gbps con el futuro desarrollo de Wi-Fi 7.
Sin embargo, no pocas veces nos encontramos con situaciones que evidencian la necesidad de establecer medidas de ajustes a la tecnología o incluso de proporcionar aclaraciones de por qué una red Wi-Fi presenta un comportamiento por debajo de lo inicialmente esperado.
Preguntas habituales sobre redes Wi-Fi
Por eso, hemos pensado que puede ser útil recoger de forma muy simplificada algunas de las situaciones más habituales que se producen en torno a las redes Wi-Fi y que afectan a su operatividad.
El objetivo no es otro que mostrar cómo el despliegue de una red Wi-Fi requiere de un análisis pormenorizado de las necesidades junto con un conocimiento adecuado de cómo la tecnología encaja dentro de una organización.
1.- Superposición de SSIDs/Antenas
No siempre más, significa mejor. Es común encontrar escenarios donde una cantidad excesiva de puntos de acceso (AP) emitiendo los mismos SSIDs provoca que los usuarios conectados conmuten de manera constante entre antenas, generando con ello una sensación de pérdida de conexión o calidad.
Esto se puede corregir con tecnologías que garantizan, una vez conectado, la permanencia de conexión contra un punto de acceso (lo que requiere optimizar la señal que emiten por la distancia que alcanza antes de conmutar a otro punto de acceso) o configuraciones en los terminales para que no conmuten inmediatamente al punto que mejor calidad presente.
Por lo general, un buen diseño de arquitectura inalámbrica con la disposición de elementos necesarios basados en densidad y distancia de señal sería suficiente para garantizar que este problema no ocurriese.
2.- Sobrecarga de tráfico
A raíz de la densidad de usuarios o del tráfico que estos generan, se pueden producir situaciones en las que las antenas se saturan y, por razones lógicas, presentan bajo rendimiento.
Aunque por lo general las antenas comerciales tienen capacidades bastante elevadas para la concentración de usuarios en una zona, e inclusive existiendo opciones de antenas de alta densidad capaces abarcar eventos multitudinarios (como estadios de fútbol, conciertos…), lo más recomendable, cuando se detecta una saturación, es controlar qué tipo de tráfico se genera (streaming de video o reproducción de vídeo suele ser lo que más consume), limitar las descargas o actualizaciones o, lo más eficiente, asignar un ancho de banda determinado por usuario que le permita operar sin capacidad de saturar las comunicaciones del resto de usuarios.
3.- Saturación de canales
Los rangos de canales permitidos para operar normalmente están señalados bajo la legislación de cada país. Algunos de ellos están reservados para servicios de gestión de vuelos en aeropuertos, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado o servicios de emergencia.
En buena lógica, operar en estos canales está prohibido y sancionado por ley. No obstante, el canal por el que se opera es analizable mediante herramientas y las franjas en las que se opera tanto en las frecuencias de 2,4 y 5 GHz.
En general, si se opera en frecuencias menos saturadas, las interrupciones y latencias provocadas por la conexión inalámbrica serán menores, permitiendo alcanzar mayor estabilidad en la sincronización del usuario con el punto de acceso. Por eso es habitual tratar de localizar aquellas que menos emisores/receptores presenta.
Este problema es común, por ejemplo, en comunidades de vecinos, donde la saturación de canales está masificada, operando la mayoría dentro de los mismos canales habitualmente preseleccionados por el operador comercial con su propio router.
4.- Tecnología/Capacidades del conector o antena inalámbrica
La velocidad máxima y capacidades de conexión inalámbrica las determinan el standard al que está sujeto y la tecnología sobre la que se sustentan. Es importante conocer las capacidades de los dispositivos (tanto de la antena, como de los terminales con los que establecemos la conexión inalámbrica) para conocer las limitaciones tecnológicas de la conexión.
Conociendo las frecuencias en las que operan y los máximos anchos de banda permitidos en el protocolo con el que negociemos, podemos determinar si una conexión es lenta o no. Que la tecnología se llama Wireless, no engloba las mismas capacidades para todos los dispositivos Wi-Fi.
5.- Estabilidad/Latencia
A raíz de la saturación de canales y elementos que pueden provocar ruido en el ambiente, es importante comprender que, aunque se trate de una tecnología muy útil, y sobre todo cómoda, está sujeta a molestias e imprevistos generados por factores externos que pueden afectar en gran medida a la calidad de experiencia con la misma.
Aunque hay puntos optimizables mediante configuración o parámetros específico, es importante conocer que un entorno poco estable o que presente posibles interrupciones por limitadores de frecuencias, no es el medio propicio, por ejemplo, para realizar transferencias de ficheros pesados, donde una pérdida de conexión momentánea requeriría el reinicio de la operación.
6.- Distancia a la antena
Aunque pueda parecer lógico, es importante conocer la distancia contra el punto de acceso. Mayor distancia, significa peor señal y peor calidad de la transmisión. Las ondas tienen que ir y volver contra el receptor para la comunicación bidireccional del tráfico. En espacios amplios, será conveniente instalar repetidores o puntos de acceso adicionales. Es una limitación meramente física de las capacidades de la tecnología.
7.- Elementos que interfieren entre el usuario y la antena
Más importante aún son los elementos que pueden interferir la señal entre la antena y el usuario potencial de la red inalámbrica. El grosor de las paredes, el material del que se componen, posibles mayas metálicas que interfieran las señales e inclusive inhibidores de frecuencia afectan negativamente a la conexión y la calidad del servicio inalámbrico.
En este caso, la distancia no es el motivo principal de la pérdida de señal o de su baja calidad. Para conocer y estimar estos efectos existen herramientas que, mediante planos y datos concretos, son capaces de determinar la calidad de la señal inalámbrica en su entorno.
Lo más recomendable es situar las antenas en puntos estratégicos, alejadas de factores externos que puedan afectar negativamente a la señal y realizar mediciones mediante aplicaciones móviles que garanticen la mejor señal posible en el entorno donde se debe cubrir el servicio.
8.- Wi-Fi no significa Internet
Tener conexión inalámbrica contra una antena, no significa que haya conexión a Internet. Que una red pierda conexión a Internet puede ser debido a múltiples factores: caídas de los routers del operador, caídas del firewall perimetral de red, reglas que bloquean la conexión, interrupciones temporales en las comunicaciones, fallos en los servicios DNS… En todos estos casos, la antena sigue operando perfectamente. Es fácil culpar a la tecnología con la que se conecta en primera instancia, pero en su mayoría, poco tiene que ver el método de conexión ante el estado real de la red. Es importante analizar todos los elementos antes que señalar a la Wi-Fi como causa de la incidencia.
9.- Wi-Fi y cable, prioridad entre conexiones
Una última queja común de las organizaciones es la disponibilidad de equipos con conexión múltiple entre red Wi-Fi y cableada tradicional. Ante este escenario los usuarios acaban haciendo cambios constantes para determinar por donde quieren o no operar.
A nivel de configuración de sistemas se puede establecer la prioridad de conexión entre ambas, sin necesidad de desconectar antenas, retirar cableado o culpar al punto de acceso transmitir a través de la WI-FI cuando en verdad se prefiere emitir por cable que es más rápido.
La explicación más habitual es que los equipos hacen aquello para lo que están configurados, no pueden adelantarse a pensamientos o necesidades de los usuarios.