La escasez de marisco en nuestras mesas, la desolación del pueblo gallego y esa cantidad de percebeiros y mariscadores cuyas manos a partir de ahora no olerán a pescado fresco sino a hambre y paro, por no hablar del desastre ecológico que augura un futuro oscuro en el ecosistema del Cantábrico, vienen a regar las Fiestas Navideñas de dolor y pena, pero despiertan también ese espíritu solidario tan de estos tiempos.
No sé si por empatía con mi patria chica o por sacar parecido de debajo de las piedras, estoy empezando a ver en las Telcos la mancha de nuestro particular Prestige. En estos lares, sufrimos también escasez de inversiones, desolación en forma de quiebras y aumento de pescadores tecnológicos que se han quedado mano sobre mano. Y la mancha de la crisis promete seguir extendiéndose buena parte de este año recién estrenado.
Desde aquí prometo no pedir nada a los Reyes Magos, pero permítanme a cambio exigir a papá Estado una legislación eficaz para impedir otro desastre en nuestras costas y, ya puestos, si la corriente está a nuestro favor, un nuevo empuje al sector de las Telcos. Todo para que ésto no vuelva a ocurrir ¡¡nunca mais!!
