El dinero cae de las nubes

Cloud Computing se ha convertido en una herramienta útil tanto para proveedores como para clientes. Los primeros ofrecen recursos ya existentes y obtienen ingresos con mínima inversión, mientras las empresas reducen el equipamiento en infraestructura y cuentan con un sólido respaldo tecnológico. Todos ganan.

Publicado el 04 Feb 2009

Por Cristina López

Aunque pocos son los que se atreven a definir qué es cloud computing, lo cierto es que el concepto aparece en boca de todos por lo atractivo que resulta. Nunca el dicho de “el dinero no cae de las nubes” estuvo tan alejado de la realidad, al menos en el mundo de la informática, donde grandes fabricantes y un nutrido número de proveedores de servicios de Internet (ISP) consiguen cuadrar cifras trimestre a trimestre gracias las posibilidades que ofrece la “nube informática”.
Sin embargo, a pesar de la buena acogida que despierta el término, éste arrastra tras de sí una larga lista de interrogantes como: ¿Qué es exactamente?, ¿en qué se diferencia del Software as a Services?, ¿qué tipo de proveedores ofrece servicios de cloud computing? o ¿qué podemos esperar de esta propuesta tecnológica?.
Para responder a la primera pregunta abogamos, de entre todas las definiciones que se manejan, por la realizada el año pasado por Gartner Group que define cloud computing como “un tipo de informática (computing) que ofrece Tecnologías de la Información escalables masivamente que son entregadas a los clientes como un servicio externalizado usando tecnologías de Internet”, al tiempo que aclara que “esto no significa que todos los servicios de la nube deban ser escalados masivamente, ni entregados a más de un cliente”.
Por su parte, Moisés Navarro, miembro del Consejo de Expertos Técnicos de IBM y director de Consultoría Estrategia Tecnológica de IBM España, Portugal, Grecia, Turquía e Israel, coincide básicamente con la consultora pero añade los elementos fundamentales que caracterizan al cloud computing y lo diferencian de cualquier otra propuesta tecnológica: “Una nube informática es una infraestructura de TI capaz de escalar prácticamente de manera ilimitada para cubrir la demanda que los usuarios, para lo cual, debe ser escalable, flexible, con gran rendimiento y disponibilidad. Esto no es nuevo. Lo novedoso de cloud computing es la capacidad de poder atender los requerimientos del cliente de manera instantánea y sin previo aviso”.

Escalable y flexible
Pero para ser escalable, flexible, con gran rendimiento y disponibilidad, es necesario “que ofrezca software como servicio y trabaje con tecnologías como la virtualización, la computación en grid y otras”, según explica José María Hidalgo, director de I+D de Optenet, es decir, que cuente con una infraestructura potentemente gestionada y con una orquestación de recursos de alto nivel para que pueda responder a fuertes demandas en cualquier momento.
Todas las características anteriores de la nube se traducen en ventajas para el cliente, así “permite a una empresa que pueda implementar sus procesos de TI sin tener que hacer un desembolso inicial grande en hardware y licencias de software, favoreciendo las economías de escala; además, la capacidad casi ilimitada de atender bajo demanda garantiza el acceso a búsquedas o la ejecución de procesos complejos que acceden a montañas de datos almacenadas en la nube; en tercer lugar, incrementa la seguridad debido a la utilización de servicios especializados implementados en el cloud y que son compartidos por todos los clientes”, argumenta Manuel Silva, Senior System Engineer, International Akamai Technologies.
Grandes ordenadores
A la vista de las características y ventajas anteriores es fácil comprender que no todos los fabricantes pueden ofrecer cloud computing porque no cuentan con suficiente capacidad tecnológica. Moisés Navarro de IBM comenta que “en el mundo hay cinco grandes ordenadores: Google, Yahoo!, Amazon, Microsoft e IBM, capaces de soportar una propuesta integral de cloud”, afirmación de la que se desprende que “no puede haber muchas nubes dada la complejidad que entrañan”.
Pero, ¿cómo surge la propuesta de la nube informática? Pues surgió hace menos de diez años “tomando como referencia servicios como Amazon Elastic Compute Cloud (EC2) o los de Salesforce.com y, actualmente, se encuentra en plena evolución y desarrollo. Si bien, hoy esta tecnología acomoda servicio y distribución de software como servicio, de manera deslocalizada a usuarios y empresas y se entrega desde centros de operaciones distribuidos por todo el mundo o desde los propios operadores de acceso a Internet”, detalla José María Hidalgo de Optenet.
Sin embargo, si ahondamos más, podemos remontarnos a la década de los ochenta y ligar el origen de cloud computing a la filosofía de Sun Microsystems propuesta en 1982: “en aquella fecha lanzamos nuestro lema The network is the computer, por aquel entonces era muy difícil de explicar pero con el paso del tiempo ha ido madurando y ya todos entienden que la idea es considerar el ordenador como algo más que una máquina donde guardar y gestionar datos. Después se ha ido extendiendo el concepto a la red, para más tarde aplicarse también a los servidores con mucha capacidad que permiten tecnologías como la virtualización. Todo ello ha conformado el entorno de la nube informática, al menos en su primer nivel, que implica contar con un conjunto de recursos que estén al alcance de todo el mundo y permitan que se separen entradas, servidores, almacenamiento, etc. según las necesidades”, detalla José Manuel Estrada, arquitecto Java de Sun Microsystems Ibérica.
A finales de los noventa, se produce el espaldarazo definitivo a lo que hoy conocemos como cloud computing, con el auge del SaaS, “es el momento de avances importantes en todo el software, gracias a que empiezan a darse servicios en red y se lleva el concepto de aplicación más arriba, casi siempre en Java, con estancias virtuales para aplicaciones que evitan el despliegue de miles de servidores de aplicaciones”, recuerda José Manuel Estrada.
Al hilo de aquel protagonismo que alcanzó la capa de software nacieron nuevos modelos de trabajo en casa del cliente, “que apostaban por aligerar la instalación y reducir la complicación en los equipos de las empresas, ¿cómo? Dando prioridad al acceso a las aplicaciones desde el navegador; aquí contribuyó fuertemente Java y Allax, además de otros modelos basados en Escript que permiten contar con aplicaciones sofisticadas desde el browser”, continua el arquitecto Java de Sun.
El último empujón vino de la mano de los ISP que convencieron al mercado de las bondades -léase ahorros- del software como servicio, capaz de reducir los gastos en TI de las empresas.
Diferentes proveedores
Sin embargo, el modelo propuesto por los proveedores de servicios de Internet –en adelante ISP- no tuvo la acogida esperada en su momento y, aunque la tecnología siguió evolucionando, ha sido ahora con la aparición del cloud computing cuando más se ha relanzado la propuesta de los antiguos ISP, especialmente con el software como servicio (SaaS). Muchos de los ISP de siempre optaron por reinventarse a sí mismos y pasaron a denominarse proveedores de SaaS e, incluso, proveedores de servicios gestionados (MSP), se trata de las mismas compañías con una propuesta semejante a la primigenia, pero más evolucionada.
En cualquier caso, los proveedores de software han sabido hacerse un hueco en el segmento de la nube informática y, actualmente, juegan un papel importante e, incluso, más vistoso de cara al cliente, que el de las grandes multinacionales como Google, IBM o Sun Microsystems que aportan la infraestructura robusta que soporta todos los servicios que corren por la nube.
Pero entre tanto proveedor ¿a quién pertenece el cloud, al que lo facilita o al que proporciona el servicio al usuario final? Mike Bonello, Intel EMEA Analyst Relations Manager, reconoce que “es un asunto complejo, ya que el suministrador del servicio a veces va a ser el propietario de la infraestructura de la nube y, en otros casos, el proveedor del servicio puede alquilar esa infraestructura” y presentarse ante el cliente como proveedor único. Es decir “hay muchos modelos de negocio posibles”.
Google, por ejemplo, se considera una empresa “cien por ciento de cloud computing porque hemos adoptado esa filosofía desde nuestros orígenes y ofrecemos soluciones y servicios pero con el compromiso de garantías de seguridad apoyándonos en nuestra fuerte infraestructura, es decir, cubrimos todo el espectro posible”, asegura Carlos Gracia, director de Google Enterprise para Iberia.
Salesforce.com es otro caso de compañía difícil de encuadrar, su papel ha sido especialmente relevante para potenciar la nube informática, pero no quiere “definirse estrictamente como empresa de software como servicio, porque hemos evolucionado a ofrecer servicios web y, gracias a los acuerdos firmados con Google, podemos dar un amplio abanico de soluciones que nos sitúan de cara al cliente como un proveedor completo”, matiza Xavier Ormazábal, responsable de preventa para España y Portugal de la compañía.
Por su parte, VMware también presenta sus peculiaridades, de manera que su aproximación al concepto de cloud computing se basa “en la iniciativa vCloud que se fundamenta en los beneficios propios de la virtualización”, comenta Alejandro Solana, director técnico de VMware para España y Portugal. El directivo añade que dicha iniciativa “distingue dos tipos de nubes: la de clouds internas que se relacionan con los CPDs de una determinada organización y permite la optimización tanto de los recursos disponibles a nivel de infraestructura local, como de los servicios que se ejecutan sobre ella; y clouds externas, proporcionadas a un tercero (proveedor de servicios, básicamente) y que permite contratar la ejecución de un determinado servicio o servicios en la infraestructura del tercero, proporcionando un acceso estándar y planteando distintas posibilidades de acuerdos de nivel de servicio en función de la criticidad de los servicios contratados”.
El último en apuntarse al carro de los proveedores de cloud computing ha sido Microsoft, que “ofrece servicios de cloud en su plataforma Azure, siendo irrelevante quién desee usarla y qué servidores o infraestructuras utilice”, indica Ricard Piñol, director de Soluciones de Infraestructura y Seguridad de Avanade Spain. Lo fundamental es que “empresas como Amazon, Google o Microsoft ponen el interface y los clientes lo ven y lo utilizan independientemente de lo que haya por debajo”, aclara el directivo.
Ante la pregunta de qué proveedor jugará un papel más destacado, desde Avanade abogan por pensar en el dinero más que en nombres concretos: “hay que ver quién aporta el mayor beneficio posible desde la nube, no en términos de infraestructura, sino de menores costes a la hora de ejecutar servicios; y aquí no serán necesariamente los grandes fabricantes de hardware quienes presenten las ideas y plataformas más interesantes. De hecho, es lógico creer que la mejor plataforma construida para alojar servicios en la nube podría llegar a corre en infraestructuras no homogéneas gracias a las tecnologías de virtualización que nos abstraen de esta problemática. Esto sitúa a los grandes fabricantes de software en una posición probablemente más privilegiada”.
Si se pudiera reducir a la mínima expresión el número de proveedores, podríamos decir que “nos encontramos con dos grupos, los que tienen visibilidad dentro de la nube como los SaaS y todas las empresas que llegan al usuarios final, y los que estamos detrás apoyando con infraestructura, como es el caso de Sun que soporta la estrategia de Salesforce.com, por ejemplo”, puntualiza José Manuel Estrada de Sun.
De comprar a vender
Más interesante que el tipo de proveedor al que acude el cliente a la hora de demandar cloud computing es ver cómo diferentes empresas (de telecomunicaciones y banca, fundamentalmente) están a punto de dar el salto y pasar de clientes a proveedores gracias a la robustez de sus infraestructuras, es decir, al amparo de la tecnología están viendo una nueva oportunidad de negocio. Esto confirma de nuevo la teoría de que el dinero llueve de la nube, al menos para algunos.
En el caso de los operadores, “los hay que se dedican al mercado residencial y pueden dar servicios de almacenamiento y acuden a sus clientes para darles backup, por ejemplo. También hay otras iniciativas que acaban de empezar, con la creación de start ups que ofrecen su software y acuden al operador de telcos para que les soporte con su infraestructura”, relata José Manuel Estrada, “en este sentido, Sun tiene una importante iniciativa que se conoce como Project Caroline que da toda esa infraestructura para un proveedor de comunidad social o software para pyme y que en manos de un operador tendría toda la infraestructura para que éste montase un servicio típico de cloud. El Proyecto Carolina arrancó en los laboratorios de Sun hace cuatro años y desde mediados de 2007 está en open source, y ya cuenta con una instalación en red por parte de Sun con media docena de clientes que son proveedores ISP o operadores de telcos a nivel internacional. En España estamos trabajando en pruebas de concepto con un operador, pero aún nos movemos en fase beta aunque haya un modelo abierto para los clientes preferentes”.
A ellos se suma la Administración Pública, así lo advierte Moisés Navarro de IBM: “En España hay varios supercomputadores (Marenostrum y Mageris) instalados por BM que son del Estado y las comunidades autónomas. Por su gran capacidad, los organismos públicos deben plantearse hacer un cloud público para atender a ciudadano y para ayudar con esa nube al tejido industrial estatal o autonómico. Ya existen casos así, IBM asesoró a Vietnam y en China y se construyó un modelo de cloud para el Estado fomenten el desarrollo industrial”.
En casa del cliente
Hasta ahora se ha comentado qué ofrecen los diferentes proveedores que juegan algún papel en la nube, pero falta saber qué infraestructura mínima debe haber en casa de la empresa cliente para acceder al cloud computing. “La única infraestructura necesaria es un dispositivo con acceso a Internet, que podría incluso no ser un ordenador. La empresa puede ahorrar en términos de costes de infraestructuras evitando disponer de servidores internos de correo electrónico, sistemas de control de la seguridad, etc. que normalmente tienen un alto coste tanto en hardware como de licencias de software”, indica José María Hidalgo de Optenet.
De nuevo, el tema económico pesa a la hora de optar por cloud computing.Lo que cabe esperar es que “todos los usuarios accedan a los servicios de la nube y compartan un interfaz común e independiente de las plataformas y sistemas operativos”, añade Daniel Calvo, director de preventa de EMC. “En la actualidad, casi todo lo que se ha construido gira en torno al uso de navegadores de Internet, que se han ido enriqueciendo con capacidades que incluyen máquinas de ejecución de código, posibilidad de aceptar plug ins y, de este modo, tener una ventana no sólo a la navegación clásica, sino también a la ejecución de aplicaciones en un sentido amplio”, continua Daniel Calvo.
Sin embargo, no todo es tan sencillo, ya que actualmente “en la mayoría de los casos, las compañía suelen preferir tener en sus propias instalaciones ciertas aplicaciones y servicios, debido a problemas derivados de la propiedad intelectual o por las políticas establecidas para retención de datos, de hecho, estas compañías aún necesitarán tener algunas de las infraestructuras informáticas tradicionales en sus propias instalaciones”, tal y como advierte Mike Bonello de Intel.
Nubes seguras
Al problema de la propiedad intelectual se añade el otro gran caballo de batalla de cloud computing: el freno de los clientes a optar por la nube por miedo a no tener garantías plenas de seguridad. En este sentido, Juan Oñate, Regional Manager para Iberia de Informatica Spain (antes PowerData), recuerda que “la seguridad de los datos depende del refuerzo de las prácticas de encriptación, la conformidad con estándares para asegurar la accesibilidad y la transparencia y el cumplimiento de las normas de protección de datos personales”. Elementos a los que se suma “la necesidad de una visión integral del negocio por parte de la empresa consistente y precisa de sus activos de datos estratégicos, que pasa por integrar los datos residentes en sus aplicaciones externalizadas con los datos albergados en sus sistemas propietarios, como pueden ser las aplicaciones ERP y las bases de datos.
Por su parte, Tony Savoy, Director Product Managment Terremark, reconoce que “hay que garantizar que cada cliente está protegido del resto de los clientes que aprovechan los mismos recursos compartidos, pero no todos los proveedores ofrecen los mismos niveles de fiabilidad”. Aún así, este problema parece hoy día solucionado, debido a la fuerte demanda por parte de las empresas. “Las primeras ofertas de cloud no ofrecían muchas garantías de disponibilidad, pero esto ha cambiado, muchos proveedores ofrecen ahora Acuerdos de Nivel de Servicio (SLA en inglés) que son similares o superiores a los servicios de hosting estándar y el hardware y software de infraestructura subyacente que es proporcionado por la nube es totalmente redundante, de manera que en caso de que un servidor tenga un fallo, no hay impacto en los recursos de los clientes”, apunta Tony Savoy.

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Redacción

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