El Mobile World Congress (MWC) ha sido un éxito. Sin discusión. La feria mundial del móvil, que reunió a más de 100.000 visitantes, récord hasta la fecha, ha vuelto a ser un buen lugar para el networking empresarial, para ver las últimas novedades tecnológicas de una industria pujante, a pesar de la cierta desaceleración que vive en los últimos tiempos, y para ponerse al día sobre lo que está por venir en los próximos cuatro o cinco años. También funcionó la logística del MWC, a pesar de los problemas de circulación en Barcelona que ocasionó la huelga de los trabajadores del metro durante los días que duró la feria.
Si miramos a los gadgets que se presentaron, se puede decir que los fabricantes han apostado a lo seguro, con móviles bien diseñados y potentes (gracias al nuevo Snapdragon 820), pero con las funciones de siempre, aunque optimizadas. Y eso se pudo ver en el teléfono estrella de la feria, que volvió a salir de la factoría de Samsung. Los nuevos Galaxys S7 y S7 Edge, a cuya presentación acudieron 5.000 profesionales y periodistas, siguen la línea de sus predecesores, aunque en su interior sí que se notan los progresos: una cámara mejor dotada y mucho más rápida, más procesador, batería más duradera y una carcasa que lo hacen sumergible. No obstante, hubo alguna propuesta más rupturista, como la del LG G5, un móvil modular que, según las piezas que se le enganchan, se puede convertir en una cámara digital o un reproductor de música.
Eso sí, este año han desaparecido del mapa (o por lo menos de los focos) los wearables, que en la edición anterior se llevaron muchos titulares. Y es que los fabricantes siguen sin afinar el reloj inteligente, que es wearable más llamativo que se ha inventado hasta la fecha. Quizá haya que esperar a la llegada de la eSIM o SIM integrada para ver a los smartwatches coger vuelo tecnológico y comercial. En todo caso, en la SIM del futuro ya trabajan fabricantes y operadoras y todo indica que se hará popular en uno o dos años. O incluso antes, pues Telefónica, a través de su filial O2, ya ha anunciado que en abril empezará a vender en Alemania el reloj Galaxy Gear S2 con eSIM.
Las nuevas tarjetas, que también fueron trending topic en Barcelona, vendrán cargadas de fábrica en los móviles y son mucho más pequeñas que las actuales, agilizarán mucho el cambio de operador e incluso el cambio de plan de datos dentro del mismo operador. Es decir, con ellas se inaugura un tiempo nuevo, y mucho más competitivo, en el ya de por sí competido mundo de la telefonía móvil.
El vídeo inmersivo también fue un tema destacado de la feria, en parte porque interesa mucho a Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, que tampoco se quiso perder el MWC de este año. En la red social saben que el vídeo es el lenguaje del siglo XXI y ya han anunciado su intención de adoptarlo en su muro en su formato más innovador. También se vieron por Barcelona propuestas comerciales de realidad virtual, un tema que hasta hace poco estaba confinado a los laboratorios y a los centros de I+D. HTC, LG o Samsung volvieron a mostrar gadgets pensados sobre todo para jugones, pero que también podrían tener su oportunidad en el ámbito profesional.
El futuro (o más bien el presente) de Internet es el vídeo. Además, hoy muchas operadoras empiezan a vivir más de la oferta de contenidos de alta definición que del acceso. La cuestión es qué redes van a soportar el crecimiento astronómico del tráfico que se prevé para los próximos años. La solución parece que está en el 5G. Por eso algunos proveedores de infraestructura (ZTE, Nokia, Qualcomm, Intel…) también aprovecharon el MWC para presentar sus propuestas para hacer realidad una tecnología que que multiplicará por 10 la capacidad del actual 4G, será la base del Internet de las cosas y, según las previsiones, se convertirá en una realidad allá por 2020.
