Cómo ser eficientes en el CPD sin renunciar al ahorro de costes

Enfriar el centro de datos en su justa medida, reducir el consumo de energía adecuadamente o establecer una arquitectura escalable y flexible son algunas de las propuestas de Emerson Network Power.

Publicado el 20 Nov 2012

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Autor: Enrique Jaureguialzo, director técnico de Emerson Network Power España

El centro de datos juega un papel fundamental en la mayoría de las organizaciones, habiendo ido en aumento su complejidad e importancia en los últimos años. Esto es así porque se les ha exigido progresivamente una mayor capacidad, lo que ha conllevado una utilización al límite de los recursos y también un rendimiento menor. Y es que, el aprovechamiento eficiente de los recursos y las inversiones realizadas en infraestructuras constituyen siempre un objetivo para una empresa, sin embargo, en tiempos de crisis se convierten en una ineludible necesidad.

Por ello, los centros de datos deben ser más eficientes y flexibles para adaptarse de forma rápida a los cambios que se están realizando en las estrategias de negocio para hacer frente a esta crisis. Sin embargo, no existe consenso en cómo hacer frente al problema. Son muchos los fabricantes que intentan ofrecer mejoras, pero éstas son siempre a expensas del rendimiento. Se trata, por tanto, de un reto muy difícil. No obstante, con unas pocas iniciativas, resumidas en siete prácticas, las empresas pueden convertir sus centros de datos en aliados para ahorrar costes sin perder eficiencia.

La primera de estas prácticas consiste en optimizar el retorno de la temperatura en las unidades de refrigeración. Un buen mantenimiento del centro de datos exige una gestión eficaz del bucle de aire acondicionado que comprende el suministro de aire y su retorno. Para ello, hay que contar con un pasillo de aire caliente y otro de aire frío, reduciendo la mezcla entre ambos y propiciando un mayor retorno de las temperaturas del aire.

Es posible también adaptar la capacidad de cooling y el flujo de aire a las propias cargas de trabajo, dando lugar a una segunda correcta práctica. Las unidades de refrigeración están diseñadas para funcionar con la máxima carga de trabajo, lo que rara vez se alcanza en la mayoría de las organizaciones. Hay que contar con sistemas inteligentes que puedan predecir y adaptar su funcionamiento a las condiciones en las que se encuentre el centro de datos en cada momento.

Existen, además, diseños de cooling que reducen el consumo de energía y su elección es también una práctica (la tercera) a tener en cuenta. Los ventiladores que mueven el aire y presurizan el piso elevado son esenciales, pero cuando son de agua muy fría, consumen mucha energía. Tradicionalmente se han utilizado ventiladores de velocidad fija, sin embargo, los de frecuencia variable ajustan la velocidad a las condiciones de funcionamiento, reduciendo el consumo de energía. Los ventiladores de conmutación electrónica pueden ser incluso una mejor opción, aunque no siempre son adecuados por sus requisitos de instalación.

Por otra parte, para reducir el consumo de energía que genera el proceso de transferencia de calor de la unidad de cooling, son recomendables las nuevas bobinas microcanal para los condensadores, ya que consiguen reducir la potencia que necesita el ventilador para efectuar la transferencia de calor. Esto puede generar un ahorro energético para todo el sistema de entre un 5 y un 8%. También son destacables los sistemas que utilizan el aire del exterior para la refrigeración, proporcionando un ahorro de energía de hasta un 50%, dependiendo de la temperatura y humedad del entorno.

Como cuarta práctica, las empresas deberían optar por un sistema energético que asegure de forma óptima las necesidades de disponibilidad y eficiencia del centro de datos, ya que éste depende directamente del sistema de energía elegido. Por ello, las perturbaciones eléctricas que se puedan producir, pueden tener consecuencias desastrosas en lo que se refiere a tiempos de inactividad.

De ahí que sea fundamental contar con un diseño adecuado de SAI. El debate se centra actualmente en qué proyectos son idóneos los equipos sin transformador y cuáles los tradicionales basados en transformador. Por ello, un proveedor que ofrezca modelos de SAI con y sin transformador, será el que mejores opciones proponga para satisfacer las necesidades específicas de una compañía. Por supuesto, hay que tener en cuenta también cuál es la mejor localización física de los SAI dentro del centro de datos. Ésta depende de múltiples factores, tales como el país, el voltaje, la calidad de la energía, las necesidades de eficiencia o de disponibilidad, o la gestión de fallos.

Establecer una arquitectura escalable gracias a un diseño escalable que, además, minimice el impacto ambiental es otra de las prácticas (la quinta) que garantiza el mejor funcionamiento del centro de datos. Uno de los retos más importantes es conseguir una configuración que sea capaz de satisfacer requerimientos actuales pero también de adaptarse a exigencias futuras. Esto antes se lograba sobredimensionando las infraestructuras, pero hoy en día ya no resulta eficiente por temas de costes económicos y energéticos. Afortunadamente, hay una nueva generación de equipamiento que se ha diseñado para ofrecer una mayor escalabilidad.

La sexta práctica recae directamente en los responsables de los centros de datos. En ocasiones han ido actuando a ciegas al no contar con una visibilidad completa del centro, pero actualmente existen plataformas centralizadas que ofrecen datos operativos en tiempo real, lo que se traduce en ventajas como por ejemplo el recibir una notificación inmediata de un error y así llevar a cabo una respuesta más rápida. Las denominadas soluciones DCIM (Data Center Infrastructure Management) son capaces de controlar la energía y gestionar la refrigeración. En definitiva, ofrecen una visión completa y unificada integrando datos tanto de infraestructuras como de TI.

Por último, y como séptima práctica, las organizaciones deben ser capaces de aprovechar al máximo la infraestructura que ya tienen y servirse de los expertos para prolongar la vida de los equipos. Existen diferencias significativas en la forma en la que estas prácticas deben ser aplicadas en función de las condiciones del lugar, los presupuestos o los requisitos de negocio. En los casos de instalaciones ya asentadas, un mantenimiento preventivo aumenta la fiabilidad del sistema, mientras que las evaluaciones periódicas del centro de datos ayudan a identificar posibles vulnerabilidades e ineficiencias resultantes de los constantes cambios en la infraestructura del centro.

El ritmo al que se producen los cambios, tanto a nivel económico y tecnológico, está causando que muchos responsables de los centros de datos decidan esperar a ver qué deparan los próximos avances. En el pasado esta estrategia podía funcionar, pero hoy en día la imperiosa necesidad de mejorar el rendimiento es algo que no puede esperar. Por eso, la correcta implantación de estas prácticas puede llevar a mejoras inmediatas, por ejemplo, en lo que respecta a la eficiencia, pero, sobre todo, se traduce en beneficios económicos, algo fundamental en el complicado entorno en el que las organizaciones y empresas se desenvuelven en la actualidad.

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Redacción RedesTelecom

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